Por Ivet González
LA HABANA, Dec 14 2019 (IPS)
Los trabajadores entran y salen del largo pasillo donde vive la jubilada Mercedes Laferté, a la que llaman La Niña, quien vio su apartamento destruido el 27 de enero, en el barrio de Luyanó, cuando un tornado arrasó zonas de cinco municipios de la capital cubana.
Faltan solo detalles de la reconstruida vivienda de Laferté y terminar el apartamento que queda encima, los dos que se derrumbaron en el pequeño edificio residencial cuando hace casi 11 meses el tornado recorrió 20 kilómetros y un tercio de los municipios de La Habana.
Las vecinas cuyas residencias resistieron el embate elaboran cada día los alimentos para la brigada que se ocupa de la reconstrucción y hacen otros trabajos, que suelen quedar invisibles en la larga recuperación post desastre.“Las mujeres cubanas son más fuertes que el hombre: ellas se crecieron mucho…
Pero hay que tener en cuenta los otros problemas que afectan a las mujeres: cómo quedaron psicológicamente o si no tienen empleo. Yo misma necesito más capacitación para ayudarlas mejor”: Vilma Noa.
“Hace muy poco que regresamos para el apartamento”, dijo Laferté a IPS, con respecto a una de las 7 872 viviendas afectadas en los municipios de Guanabacoa, Regla, San Miguel del Padrón, Habana del Este y Diez de Octubre, adonde pertenece Luyanó. En octubre, las autoridades aseguraron haber recuperado ya 99,4 por ciento de las unidades habitacionales dañadas.
“De enero a octubre, estuvimos en casa de varios vecinos que nos ayudaron mucho”, contó la damnificada sobre la significación de la evacuación y la recuperación post desastre en este país insular caribeño con su economía en crisis y cuya población de 11,2 millones de habitantes sufre cada vez más eventos extremos como huracanes y sequías.
Cuba afronta el reto global de fortalecer la respuesta a fenómenos naturales con enfoques inclusivos como el de género y discapacidad, sobre los cuales se han desplegado proyectos con apoyo de la cooperación internacional en los últimos años que van desde la capacitación hasta la adecuación de herramientas para la evacuación.
Por su importancia, la situación en desventaja de las mujeres y su rol clave para enfrentar los impactos del sobrecalentamiento global engrosaron los debates y reclamos ciudadanos en la 25 Conferencia de las Partes (COP25) de las Naciones sobre cambio climático, celebrada en Madrid desde el 2 de diciembre y hasta este sábado 14.
“Los desastres afectan desigualmente porque las sociedades son desiguales aún y no todos los grupos están en condiciones de recuperarse parejo… reciben los impactos en la medida de cómo viven”, explicó a IPS la socióloga Reina Fleitas. “La pérdida de la vivienda tiene un sentido peculiar para la mujer… muy intenso”, especificó.
Para la comprensión de las inequidades que persisten a pesar de los avances, la experta recomienda focalizar en quiénes recaen el trabajo doméstico y no remunerado, el impacto diferenciado de las afectaciones de servicios de agua y saneamiento además de las brechas en los ingresos y calidad de la vivienda, entre otros.
Según los últimos datos disponibles de 2016, las mujeres de entre 15 y 74 años que laboran en la atención de su hogar representan en promedio 27,7 por ciento del total. Y las mujeres en general dedican 14 horas semanales más que los hombres a las labores domésticas y de cuidado a personas necesitadas o dependientes como niños y enfermos.
“Estas razones obligan a que, en la política ante desastres, se incluya la perspectiva de género, porque las soluciones a los problemas que generan los desastres tienen que relacionarse con las diferentes afectaciones y capacidades creadas por la gente para recuperarse”, propuso Fleitas.
Calles maltrechas, donde se entremezclan casas humildes con otras remozadas y aquellas que siguen en obras de reconstrucción, debe andar y desandar todavía Vilma Noa para atender a las mujeres damnificadas del barrio como especialista de la Federación de Mujeres Cubanas.
“De las personas evacuadas en casas de familiares, solo quedan por ubicar dos madres solteras con sus hijos”, detalló Noa, una técnica en prevención y respaldo a desastres de la organización no gubernamental, quien también atiende a las 33 familias que permanecen en albergues estatales en el barrio, en uno de los municipios más afectados por el fenómeno natural.
Los aportes femeninos y su situación en desventaja aún no tienen un reflejo en las estadísticas de acceso público sobre participación ciudadana en casos de desastres.
Tras el paso del tornado categoría F4 en una escala de seis, un total de 9 916 personas fueron evacuadas, de las cuales 1 045 lo hicieron en centros estatales y 8 871 en viviendas de familiares y amistades, en cifras que no suelen estar segregadas por sexo. Hasta el momento se desconoce la cantidad de personas que permanece en esa situación.
“Se habilitaron dos albergues estatales para las familias que realmente se les había caído todo y no tenían donde estar. Lo demás fue autoevacuación”, describió Noa. “Pero la población como tal entendió y todavía está aprendiendo a hacer por ellos mismos, desde la evacuación hasta levantar viviendas por esfuerzo propio”, sostuvo.
Por razones económicas, desde 2010 las autoridades priorizan la autoevacuación, una práctica más sostenible, donde resulta evidente el aporte comunitario y femenino.
Las cifras disponibles de los últimos huracanes muestran que, en 2017, 86 por ciento de 1 738 000 personas evacuadas lo hicieron en viviendas solidarias debido al impacto del poderoso Irma, que bordeó la costa norte cubana. Y en respuesta al meteoro Matthew, en 2016, la autoevacuación cubrió 93 por ciento de las personas protegidas.
“No se sabe cuándo pueda suceder otro desastre así: una debe prepararse para todos estos problemas”, consideró la damnificada Laferté, que ya disfruta junto a su hijo de condiciones básicas de habitabilidad en su nueva vivienda.
“El Estado organiza toda una serie de cosas pero cada vez más participan las organizaciones de masas (sociales) y los voluntarios”, evaluó.
Con las puertas abiertas de su apartamento, la también jubilada Bárbara Graverán conversa con su amiga La Niña, que pernoctaba junto a su hijo en casa de un vecino, mientras otras varias vecinas del edificio le guardaban y cocinaban sus alimentos .
“La apoyamos hasta ahora… todavía seguimos ayudando porque cocino para la brigada de constructores”, detalló Graverán.
Entre lágrimas al recordar los duros momentos, la trabajadora del hogar Miriam Hernández aseguró que “todo el mundo ha ayudado a La Niña, no solamente yo”. “Yo había oído mucho que en otras provincias las personas se solidarizan con vecinos que se han quedado sin casa por los huracanes y decidí hacerlo también”, dijo.
“Las mujeres cubanas son más fuertes que el hombre: ellas se crecieron mucho”, evaluó Noa. “Pero hay que tener en cuenta los otros problemas que afectan a las mujeres: cómo quedaron psicológicamente o si no tienen empleo. Yo misma necesito más capacitación para ayudarlas mejor”, continuó.
La especialista contrastó con la situación vulnerable de mujeres de la tercera edad y otras, que han sido víctimas de malos trabajos e incumplimientos por parte de constructores. Filtraciones en la cubierta, baño y cocina sin terminar, aquejan a la jubilada Iluminada Hernández, que vive con su hijo con discapacidad mental.
Noa estuvo entre los decisores locales y las mujeres damnificadas de Diez de Octubre y Guanabacoa beneficiadas con talleres de ayuda psicológica, que organizó el no gubernamental Centro Oscar Arnulfo Romero como parte del proyecto Habana resiliente. Por una ciudad segura e inclusiva.
La iniciativa realizó inusuales talleres y otras acciones comunitarias con enfoque de género para 2 000 familias, con el financiamiento de la Dirección General de Protección Civil Europea y Operaciones de Ayuda Humanitaria y el apoyo de las oenegés internacionales CARE, Oxfam y Humanity & Inclusion.
Edición: Estrella Gutiérrez
El artículo Invisible trabajo femenino recupera comunidades cubanas fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.