Becas o préstamos estudiantiles. Esas eran las opciones que tenía Sophie Nwaorkoro, de 18 años, para cubrir los costos de sus estudios universitarios.
Una crisis familiar en su último año de secundaria descarriló la primera opción. para completar los vacíos de cualquier beca que le ofrecieran.
La segunda opción -pedir un crédito- hubiera colocado a Sophie entre los millones de jóvenes que empiezan la vida de adultos
La mayoría de los análisis estiman que , más de los que los estadounidenses deben en sus tarjetas de crédito. Y casi la mitad de los prestatarios han caído en cesación de pagos.
"No me hubiera arriesgado a hacerlo", comenta Sophie. "La deuda significaba el fin de mi libertad".
Sophie se resignó a no continuar con su educación, hasta que recibió una llamada del Berea College, una pequeña universidad situada en una región rural de Kentucky.
La representante le dijo a Sophie que
"Cuando ella mi lo dijo me eché a llorar", recuerda. "Abrieron un puerta que pensé que estaba definitivamente cerrada".
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Berea College fue fundada en 1855 por John Fee, un pastor y abolicionista cristiano. Fue
Su campus moderno está localizado en la misma cresta donde estaba la construcción original, actualmente una constelación de edificios de ladrillos con columnas blancas que puede atravesarse a paso lento en 15 minutos.
Desde su inicio, Berea estaba destinada a estudiantes sin medios para pagar la universidad.
Y en 1892 dejó completamente de cobrar la matricula.
"Lo que es inusual de Berea es que para entre 70% y 80% de nuestros estudiantes, esta es la única oportunidad de tener una experiencia educacional de alta calidad", expresó el presidente de Berea, Lyle Roelofs.
Más de la mitad de los estudiantes que empezaron en Berea en 2018 no contaba con ningún tipo de ayuda familiar.
El ingreso promedio de una familia de un estudiante de primer año es de menos de US$30.000. Casi 70% de los estudiantes son la la región Apalaches, donde
"Siempre hemos sabido que hay personas que no pueden pagar por la educación necesaria", indica Roelofs. "El 'cómo hacerlo' es mucho más complicado".
Ese "cómo" tiene dos caras.
Primero, está que, hasta la fecha, ha ascendido a US$1.200 millones.
"Si no tienes ingresos de matrícula, entonces vas a querer tener amigos poderosos como la bolsa de valores estadounidense", dice Roelofs.
El fondo está efectivamente protegido por Cualquier renovación o arreglo en el campus sólo es aprobada una vez la matrícula de cada estudiante está asegurada.
Su crecimiento también ha sido impulsado por un particular voto profético de la junta de Berea en 1920, que garantizó que cualquier legado no restringido -donaciones dejadas sin un propósito específico- se añadirían al fondo.
Actualmente, unos incluyendo las matrículas.
La segunda característica especial de Berea es su programa laboral, que, algo parecido al programa federal de estudio-trabajo de otras universidades en EE.UU.
"En Berea College, ningún estudiante paga matrícula para recibir una educación de alta calidad", afirma Roelofs. "No sólo admitimos a cada estudiante, sino que también empleamos a cada estudiante".
tanto el trabajo de los estudiantes como la porción de su salario que se les deduce para mantener a la universidad operando.
"No es la cosa más romántica", señala Sophie quien, en su oficio en el comedor, trabaja con "los residuos de absolutamente todo el mundo".
"Sé que algunas personas lo menospreciarían, pero una entra ahí con un sentido que 'estoy haciendo algo que ayuda a la gente'".
Y hay un obvio beneficio al final -en 2019 el , inclusive después de cubrir alimentación, alojamiento y otros gastos de vida. Para los que acumularon deuda, el promedio fue de US$6.693, una cuarta parte del promedio nacional.
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Berea es pequeña, tiene unos 1.600 estudiantes y, por razones obvias, que pueden ser utilizadas para promoverse en las feria universitarias.
"No añadimos ese tipo de características atractivas que sólo está ahí para atraer estudiantes ricos", explica Roelofs. "Sabes, un rocódromo contribuyen poco a la experiencia educacional".
No tiene la fama de las instituciones élites que están desparramadas a lo largo de las costas del país, y
"Cuando escuché sobre ella, me sonó sospechosa", reconoce Sophie. "Si era gratis, entonces debería ser de baja calidad".
Pero Berea
El campus es arquetípicamente universitario. La vida estudiantil sigue el compás de un campanariom y en los predios resaltan los patios cuadrangulares enmarcados por árboles.
Está situada entre propiedad de la universidad, que se confunde con cientos de kilómetros de bosques en las faldas de los montes Apalaches del este de Kentucky.
Al visitar la universidad en octubre, los estudiantes hablaban sus "historias de Berea", de los desafíos que amenazaban sus posibilidades de ir a universidad, una característica común del alumnado.
Pero, con la misma facilidad, la conversación cambiaba a sus planes para fiestas o los exámenes venideros. Este es, tal vez, el mayor de los logros de Berea:
También es una de las instituciones educativas más selectivas del estado, según los registros de admisión de Berea.
En 2018, el 97% de la clase entrante era candidata a las becas Pell, una asistencia federal otorgada únicamente a los que "demuestran necesidad financiera excepcional".
Muchos de los estudiantes mencionan el de Berea, que sorprende a muchos que presumieron que "matrícula gratis" era sinónimo de una educación de baja calidad.
"Definitivamente no puedes venir aquí y holgazanear", asegura Sophie.
"Creo que estamos acostumbrados a que las universidades sean tan caras que eso es lo que esperamos. Descartamos la idea que una universidad pueda ser asequible".
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La dificultad de pagar por la universidad es una de las características que definen a las familias trabajadoras en EE.UU., indica Caitlin Zaloom, profesora de la Universidad de Nueva York que estudia el efecto de la deuda estudiantil en las familias. "La escalada de costos universitarios no puede ir mucho más lejos".
Es , tanto padres como estudiantes, afirma. "La deuda y los costos definen sus vidas por muchos años".
Pero, a medida que ir a la universidad se ha convertido cada vez más en un "imperativo moral", un requisito para lograr un empleo estable y el ascenso social,
Entre 2008 y 2017, la financiación general del Estado para instituciones de educación superior de dos y cuatro años , ajustados por inflación, según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas.
Estos recortes gubernamentales han sido enfrentados con pronunciadas alzas en las matrículas, efectivamente presionando a las familias estadounidenses a tomar préstamos.
"El mayor prestamista es el gobierno federal", explica la profesora Zaloom. "Está muy claro que el gobierno federal espera que sus ciudadanos paguen por su universidad con créditos. Ese es el mensaje que reciben muy claramente las familias desde el primer día".
Sólo la última década, saltando de US$675.000 millones a los US$1,5 billones actuales.
"Creo que realmente estamos en un punto de quiebre", advierte Zaloom. "Simplemente no es moralmente justificable exigir que jóvenes adultos inicien sus vidas con tanta deuda".
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Entonces, ¿qué se puede hacer al respecto?
Hay amplio acuerdo de que pero no hay consenso sobre cómo resolverlo. La mayoría de las universidades estadounidenses ofrecen becas y préstamos para aliviar los costos.
El concepto de cubrirlo todo para todos, como hace Berea, lentamente está ganando espacio.
El gobierno estatal de sin importar los ingresos familiares, utilizando las ganancias de la próspera industria petrolera del estado. Algunos de los principales candidatos demócratas para las elecciones presidenciales de 2020 han acogido el concepto de matrícula gratis.
Sin embargo, Roelofs cree que "matrícula gratis" puede ser
El sólo declarar que la educación universitaria es gratis no es la respuesta. Debe ser gratis y de alta calidad, expresa.
Para sus 1.600 estudiantes, el modelo de Berea funciona. Pero tiene 126 años de ventaja.
"Para realmente hacer lo que hace Berea, se tiene que conseguir una suma bastante grande de dinero para poder apenas empezar", manifiesta. "El desafío, luego, es ir incrementándola".
El tamaño pequeño de Berea y su compromiso a largo plazo de desarrollar el crecimiento de su fondo de financiación para ofrecer matrículas gratis le ha dado
Pero Roelofs piensa que el modelo de Berea puede ser influyente, si los gobiernos estatales dan más fondos a las universidades públicas.
"De veras creo que puede haber una Berea en cada estado", asegura Roelofs. "Sólo hay una y está en Kentucky, pero en cada estado hay jóvenes que los ves y dices, 'caramba, se merecen una mejor oportunidad que la que tienen'".
Para Sophie, esta oportunidad era "una en un millón".
"Si me quitaran esta oportunidad, no sabría dónde terminaría. No sé en qué alcantarilla estaría metida", afirma.
Ahora, como una estudiante de primer año en la institución que ella llama su "unicornio", Sophie está estudiando física, cantando en un coro y declamando poesía "beat" en un programa universitario presentado por el Sindicato de Estudiantes Negros.
Después, espera graduarse como médico lo que significa
"Que espero que pueda pagar".
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