El anaquel está repleto de productos, entre galletas sabor chocolate, panecillos rellenos de mermelada o jugos super vitaminados. El pequeño Josué, quien minutos antes recibió veinte pesos para gastar en la tienda, siente una ansiedad nunca experimentada. La variedad de sabores, texturas y aromas queda diezmada frente a su personaje favorito, un superhéroe enmascarado que lucha contra villanos de un universo lejano. Es aquí donde vitaminas, minerales, proteínas, azúcares y grasas pierden la peor de sus batallas, pues nadie puede vencer el elemento más puro e inocente del ser humano, la niñez.
Aparentemente, el derecho de conocer de qué nos alimentamos resulta incómodo para la industria alimentaria, pues el comentado tema del etiquetado en alimentos procesados sigue dando de que hablar, y pareciera que tendremos metros de sobra para cortar. Hace unos días dicha iniciativa del ley fue frenada en el Senado de la República; entre las versiones más sonadas se habla de negociaciones entre empresarios y dirigentes de bancada, inquietudes por una posible desestabilización en los mercados nacionales y hasta la intromisión por parte de Nestlé, pues dicha compañía está preocupada por “detalles”, como la propiedad intelectual en los diseños de empaques o las pérdidas de empleos de manera generalizada, curiosamente los temas menos sonados son la calidad de la nutrición en el país o aspectos relacionados con la seguridad alimentaria.
Recordemos que, la iniciativa de ley tiene como objetivo notificar al consumidor, por medio de marcas hexagonales al frente de todos los productos empaquetados y bebidas no fermentadas, los riesgos que conlleva el consumo de estos productos, resaltando si son altos en sodio, grasas, azucares, etcétera; con la finalidad de evitar o prevenir enfermedades ligadas a la hipertensión, diabetes u obesidad. De igual forma, consideramos pertinente recalcar que, este tipo de etiquetados deberán estar sustentados en pláticas informativas, cursos o estrategias para que la sociedad en general pueda comprender dichos etiquetados, al igual que la información nutrimental que, por ley, deben mostrar todo tipo de productos alimentarios.
A pesar de que los infantes son el público más afectado con este tipo de productos, se debe hacer consciencia en la sociedad en general, pues los diversos estilos de vida laboral han ocasionado una transformación en los procesos alimentarios, pues suele ser más fácil desayunar un paquete de galletas y un yogurt bebible, que un desayuno equilibrado, como un palto de fruta con granola, huevo al gusto, jugo natural, etcétera. Lamentablemente, como sociedad, llevamos un ritmo de vida gestado a lo largo de varios años, será un gran salto cambiar la bolsa de botanas por el vaso de verdura rallada.
