Actualmente están trabajando siete satélites Sentinel -pertenecientes al Programa Copérnico- que mandan cada día entre 0,5 y 2,5 terabytes de datos, que hay que analizar para obtener una información con la que los científicos puedan elaborar conclusiones, ha descrito el ingeniero Joan Mas-Albaigès.
“No hay otra fuente para obtener esta información”, ha asegurado el físico Carlos Domenech en un foro durante la Cumbre del Clima, en Madrid.
También, gracias a las variables almacenadas, es posible comprobar la fiabilidad de las previsiones realizadas, ha destacado Domenech.
“Medir y analizar son medidas clave para la observación de la Tierra”, ha resumido Mas-Albaigès.
La tarea de análisis no sería posible sin el big data, ya que esta “inteligencia” permite procesar una “gran cantidad de datos” medidos de forma diferente.
La responsable de termometría de contacto del Centro Español de Metrología, Carmen García Izquierdo, ha subrayado dos retos: que las “medidas europeas sean comparables con las de Asia o América” y que estas “sean lo más precisas posible”.
La última labor de los científicos tras obtener toda esta información es “concienciar a nivel social” porque los resultados suelen conllevar un “mensaje alarmante”, ha explicado Mas-Albaigès, y así poder tomar decisiones con las que “minorizar el efecto de una posible catástrofe”.
Los efectos derivados del cambio climático “tienen un impacto excesivo en las sociedades menos desarrolladas”, ha apuntado Domenech.
Además, los científicos deben tener en cuenta tanto el aumento de población como el riesgo para así averiguar cuáles son las “zonas con mayor incidencia” al elaborar las previsiones.
Estas actividades son una “contribución esencial de la ciencia y la tecnología para vigilar el clima”, según Mas-Albaigès.
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