Cuando el colegiado decretó el inicio del choque, se pudo ver una versión del Deportivo Alavés fiable en labores defensivas y sin miedo a tener presencia sobre campo rival. Aleix Vidal se fue al suelo en la primera acción de peligro albiazul considerando el trencilla que el extremo catalán había simulado pena máxima. Rigurosa decisión. El Madrid empezó a asestar peligrosos golpes a la zaga babazorra, pero esta siempre respondió con fiabilidad.
Isco se postuló como uno de los jugadores con más peligro por parte del cuadro de Zinedine Zidane. El mediocampista andaluz, de hecho, mandó alto un disparo desde dentro del área cuando se rondaba el 20 de partido. Fogonazos intermitentes ofensivos de los de Garitano servían para contrarestar unas embestidas merengues que no ocasionaban excesivo peligro. Al borde de la media hora, Ximo Navarro se lanzó al área con el alma para tratar de rascar un gol de la nada. Su balón rozó el poste.
Sin demasiados sobrersaltos se fueron consumiendo los siguientes 45 minutos. Ni Real Madrid ni Deportivo Alavés fueron capaces de perforar las porterías rivales, y con el 0-0 e igualdad sobre el tapete se enfiló el túnel de vestuarios.
Tras la pausa, un jarro de agua fría cayó sobre el estadio de Paseo de Cervantes, en todos los sentidos. Cuando una intensa lluvia hacía acto de presencia, Sergio Ramos mandó a la red un lanzamiento de falta en jugada de estrategia. El 0-1 subía al marcador y tocaría remar contracorriente. Tocaba hacer cambios. Garitano dio entrada a Oliver Burke en sustitución de Luis Rioja. Y cuando más estaba apretando el Glorioso, llegó el premio. Un codazo de Sergio Ramos a Joselu sirvió para que el colegiado señalara un pena máxima que Lucas Pérez no perdonó. Gol con dedicatoria especial.
Poco duró la alegría en la parroquia albiazul, cuando se rozaba el 70 Carvajal convirtió un rechace en el tanto que volvía a aventajar a los blancos. Nadie dijo que iba a ser fácil. Garitano volvió a mover ficha. Pere Pons sustituía a Tomás Pina. Restaban poco más de 10 minutos. Después fue Manu García quien entraría como última bala para dar cambio a Wakaso.
El tiempo empezaba a correr en contra de un plantel albiazul que se exprimía al máximo ante su gente. Las llegadas de los de Garitano cada vez eran menos, pero hacían temblar a los de Zizou. El premio del gol, sin embargo, se resistió esta vez.