Rubiales no ha sabido gestionar que ahora se celebrara el retorno de Luis Enrique y el vuelo libre de Robert Moreno
Ni la tan deseada remontada de Luis Enrique merecía tantas turbulencias, ni su satisfactorio suplente Robert Moreno debió salir nunca con lágrimas por un pasadizo oscuro del Metropolitano. Más allá de las razones de cada parte, era a la Federación a quien correspondía evitar semejante sainete. Pero Luis Rubiales, llegado a los despachos de Las Rozas desde el sindicato futbolístico, no se ha caracterizado por su diplomacia. Lo suyo es un marco de combustión permanente. Acostumbrado al frentismo, en 18 meses de mandato de Rubiales se han agitado todos los avisperos: Lopetegui, Tebas, Adidas, el fútbol-sala, la liga femenina, Mediapro, Miami, Arabia Saudí... Faltaba una penúltima refriega, esta vez con un entusiasta entrenador al que le llegó, por una vía que jamás hubiera querido, la oportunidad de opositar a la élite tras años de becario con su “amigo” Luis Enrique.