El centro de Madrid se va convirtiendo en un picnic de mucho ajetreo, gracias al desmelene del alquiler turístico, mayormente. Sé que no ignora usted el asunto, alcalde, pero una cosa es no ignorar, y otra ponerle alivio o remedio a tanta alegría de inquilinos de recreo. El alquiler turístico ha de existir, obviamente, pero conviene ponerse serios en la normativa al respecto. Un alquiler turístico no es uno convencional, para el vecino de arriba, o de abajo, y naturalmente no es lo mismo para una ciudad, porque el turismo de trámite va desalojando al vecindario de toda la vida, que es el que hace que una ciudad no sea sólo un mapa.
El centro de Madrid es, ya, una colmena de chavalería que vive en desvelo festivo, porque Madrid no duerme, según un viejo slogan, pero quien no duerme es la parroquia de Sol, que cada día tiene menos parroquia, y más Erasmus del guateque. Hay balcones, en el viejo Madrid, y en otros sitios, donde se señalan pisos de alquiler que no cumplen la normativa.
Y a esto íbamos, alcalde. La normativa, antes de verano, aupó que un piso de alquiler ha de tener una entrada independiente al resto de viviendas de una finca, y también un ascensor propio. En Madrid, esto sólo lo cumple un pírrico cinco por ciento de las viviendas arrendadas en régimen turístico, con lo que ya vamos viendo que la mayor parte de los apartamentos de uso turístico son ilegales, en rigor. No vamos a hacer aquí la reflexión fácil del cabreo de particular al que le ponen un piso turístico en la pared contigua, que bien pudiera hacerse, por cierto.
Queremos denunciar, más bien, que Madrid se va quedando huérfana de sí misma, desde su propio corazón, porque los alquileres rentables son los alquileres del turista, y no tanto los alquileres de toda la vida, que son también un problema, a menudo, sólo que esto no es el tema de hoy. Se facultó, también antes de verano, a las comunidades de vecinos a votar si consentían o no consentían el negocio de los alquileres turísticos en sus fincas. Pero esto sólo ha resultado una fuente de litigios. Madrid, por el centro, se va vaciando de Madrid.