“Mañana trabajas, ¿ok? Eran pasadas las 23 horas de un día cualquiera. El beep del teléfono que anunciaba el mensaje de la ETT Randstad, requería como otras tantas veces a Amaia Laconcha, trabajadora eventual durante 17 años de la galletera Artiach, en Orozko, Bizkaia, a confirmar que estaba dispuesta a firmar, al día siguiente, otro contrato más.