Durante el debate electoral para el 10-N, Pedro Sánchez hizo un anuncio que sorprendió a propios y extraños. Confirmó que, si continúa en La Moncloa cuatro años más, Nadia Calviño tendrá una vicepresidencia del Gobierno y será la responsable del área económica. Pero el presidente le ha pedido que sea “más política”.
Pese a que en el marco del debate, Sánchez usó formas que parecían preparar el anuncio de un fichaje estelar, es consciente de que Calviño es una de las ministras menos conocidas y con discurso más previsible de su Gobierno.
Por ello, según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes próximas al Consejo de Ministros, Sánchez busca intentar elevar el perfil político de Calviño de cara a la nueva legislatura y así se lo ha transmitido ya a la titular de Economía.
“El presidente quiere que Calviño sea más política para justificar su vicepresidencia”, explican en privado fuentes del equipo del jefe del Ejecutivo en La Moncloa.
Confían en que Nadia Calviño sea capaz de dar el salto político que requiere ser vicepresidenta y “despojarse de la marca de los funcionarios de Bruselas, que disfrutan con su anonimato”.
La elección de Calviño como ministra de Economía por parte de Pedro Sánchez estuvo motivada hace año y medio, además de por su capacidad y formación, por la buena imagen que la ex directora general de Presupuestos de la Comisión Europea tiene en Bruselas.
Pero precisamente esta situación y su anhelo por conservarla es la que le ha obligado a mantener un evidente doble discurso: el ortodoxo y mesurado que exhibe en Europa, frente al más político y, en algunos puntos, cercano al populismo que debe mostrar en España para alinearse con el Ejecutivo y con Podemos.
La búsqueda de este difícil equilibrio le ha obligado a defender una cosa y la contraria o que, en cuestión de horas, otro ministro le haya corregido públicamente.
Pero se le trasladado que no rehúya a la prensa, -a la que entienden que no está acostumbrada-, puesto que forma parte de un Gobierno que vive de los gestos mediáticos.
Consideran que hay elementos que permitirían defender el discurso tradicional del PSOE, de que no ha cambiado el modelo productivo, de que la recuperación ha sido injusta y de que solo hay problemas de productividad. Por lo tanto, desde Moncloa se le ha sugerido también a Calviño que es una faceta pública que debe explotar.
Por eso, también se le ha transmitido que su opinión, y la coherencia que los objetivos del Gobierno deben guardar con la política europea, tienen que ser sobradamente conocidos. Y recuerdan que a la ministra de Economía apenas se le ha visto fijar posición públicamente al respecto.
En su condición de jefa del equipo económico, al presidir desde el primer día la comisión delegada de Asuntos Económicos, el auténtico organismo que fija y sella la política del Gobierno en estos temas, Nadia Calviño ha ido marcando durante el último año y medio los límites al giro económico.
Con bastante discreción, y sin apenas dar la cara ante la opinión pública, ha dado a conocer su desacuerdo con las subidas del gasto en pensiones, una radical contrarreforma laboral o determinadas subidas de impuestos. La ministra de Economía se ha mostrado abierta en todo momento a marcar la senda que marca Bruselas.
