Albert Rivera puso su futuro a disposición de sus votantes tras cosechar apenas diez escaños, 47 menos que en los comicios de abril, y de perder más de tres millones de votos. “Los ciudadanos han querido más Vox y menos centro”, diagnosticó el líder de Ciudadanos.
“Ante los malos resultados”, Rivera anunció un congreso extraordinario “para que los votantes tomen las riendas de este partido”. El fantasma de la dimisión planeó por la sede de Cs de la calle Alcalá, pero Rivera no hizo ninguna mención a éste en su discurso.
Por su parte, los militantes habían tomado su decisión antes de llegar al 90% de los votos escrutados. En ese momento, los primeros apoderados de Cs abandonaron la sede del partido. Con el rictus serio y pocas palabras confirmaron un mal resultado de una noche que ya comenzó con un perfil bajo.
La “prudencia” que pidió el secretario general del partido, José Manuel Villegas, en las elecciones del 28 de abril mutó en resignación tras cerrar los colegios electorales, poco después de las ocho de la tarde. Villegas admitió que los resultados de las encuestas “no eran buenas” para el partido naranja.
Sin embargo, no todo estaba perdido, y a esa hora todavía había hueco para la esperanza: según anunció el secretario general, “los escaños que sean estarán a disposición de solucionar el bloqueo de España”.
Esta resignación se podía detectar a simple vista. No había ni rastro del escenario desde el que Rivera arengó a los suyos tras las elecciones del pasado 28 de abril. Según pudo comprobar El Confidencial Digital, los agentes de la Policía Nacional apostados a las afueras de la sede no sabían nada de la construcción de un escenario y no habían recibido orden de que se fuera a construir.
Antes de las nueve de la noche, Villegas adelantó una “lamentable” baja participación, que los del partido naranja achacaban a dos razones: el “cansancio” de los españoles y el “fracaso” de Pedro Sánchez. Hasta la prensa fue receptor de las quejas de un miembro del partido, que mostró su frustración a los periodistas al ser la quinta fuerza en los escrutinios.
A pesar de esto, hasta el último minuto se descartó la idea de que no hubiera una celebración tras el escrutinio. Se prepararon globos en el piso superior y un conjunto de banderas de España y de la Unión Europea, junto a las del partido, descansaban amontonadas detrás de una de las pantallas colocadas en la sede.
Fuera, los curiosos lo tuvieron más complicado para seguir el voto escrutado. Sin presencia de militantes, muchos vecinos de la zona acudieron a la sede. Algunos protestaron al ver que el partido no hubiera colocado una pantalla en alguna de las fachadas. Terminando el escrutinio, superando el 90%, ECD pudo comprobar que muchos de los que se acercaban a la ventana eran militantes del PP que acudieron a Alcalá a “comparar el ambiente” con el de la calle Génova.
En ese momento, en la sede, miembros de Cs declararon que, tras los comicios “habría que empezar de cero”, lo que dio idea de que Albert Rivera iba a hacer alguna declaración relacionada con su futuro al frente de la formación naranja.
A medida que avanzaba el tiempo sin la presencia del líder del partido haciendo acto de presencia, aumentaba el nerviosismo. Hasta la llegada de Rivera, el único ruido que se escuchaba venía de fuera: un grupo de mariachi entonaba el Cielito Lindo. Según pudo comprobar ECD, se trataba del mismo grupo que acudió a Génova en los anteriores comicios generales.
Salió Rivera entre aplausos de los suyos, arropado por su equipo. En su discurso, agradeció a los trabajadores “de todos los partidos políticos”, admitió que los electores “han querido más Vox y menos centro”. Tuvo un recuerdo a Sánchez, al declarar que no quería hacer “lo que hacen otros líderes políticos”.
Así, anunció que “ante estos malos resultados”, convocó un congreso nacional de manera “urgente y extraordinaria” con el objetivo de “asumir el error”. Tras las palabras de Rivera, volvió el silencio a la sede, que rompió una mujer con un “¡Ánimo a todos!”.
Tras las elecciones del 28-A, Ciudadanos sufrió su mayor crisis interna con dimisiones en la cúpula y en los fundadores del partido por la negativa a pactar con el PSOE y los acuerdos con Vox. En la calle Alcalá, apoderados del partido, los últimos en marcharse de la sede, hacían sus diagnósticos de cara al futuro: “Hay que dar una vuelta al partido”.