Dos semanas después de que un problema con la constitución del jurado retrasase el arranque del juicio por el crimen de Diana Quer, el reloj vuelve a ponerse en marcha. En cuestión de 24 horas, el autor confeso de la muerte de la joven de Pozuelo será trasladado desde la prisión de Teixeiro hasta los juzgados de Santiago para enfrentarse a uno de los procesos más mediáticos de los últimos tiempos. Desde el banquillo, un José Enrique Abuín cuya imagen ha cambiado sustancialmente con respecto a las últimas imágenes que se tienen de él —ahora lleva barba larga y un aspecto más desaliñado— deberá aclarar que sucedió la noche en que su camino y el de Diana se cruzaron. El presunto asesino se sentará a muy pocos metros de los padres de la fallecida , que también declararán ese mismo martes.
Precisamente, la muerte de Diana llega a los tribunales tan solo un par de semanas después de que sus padres protagonizasen un amargo cruce de acusaciones con su hija Valeria de por medio, que desvió la atención sobre la vista hacia asuntos más turbios e íntimos. Diana López-Pinel denunció a Juan Carlos Quer por maltrato (todas las denuncias previas han sido archivadas) y éste le respondió con una denuncia por amenazas, simulación de delito e intento de agresión. Enredados en su propia telaraña judicial, darán cuenta de las últimas horas de la joven en A Pobra y explicarán cómo era su hija mayor para ayudar a esbozar un perfil de la víctima ante el jurado.
A la luz de los hechos, no cabe duda de que la tensión entre la familia Quer será uno de los elementos ajenos a la muerte de Diana que envolverán este juicio, pero hay más. El foco mediático estará puesto sobre cada uno de los detalles que se presencien en la sala de vistas, con un público limitado, y que serán narrados por las decenas de periodistas ya acreditados a lo largo de las dos próximas semanas. La jornada más intensa será la de mañana martes, cuando el Chicle tendrá que explicar cómo se encontró con Diana y qué sucedió entre las 1.45 y las 4 de la madrugada de esa noche. Se espera que el acusado siga la estrategia marcada por su defensa, que se ciñe a explicar que la joven lo sorprendió robando gasolina de los camiones de los feriantes y que mientras la intentaba sujetar para que no lo delatase «la asfixió de manera accidental». Antes había dicho que la atropelló sin querer, pero esta versión quedó descartada por el informe de la autopsia, que señala sin lugar a dudas el estrangulamiento como causa de la muerte.
A lo largo de las dos semanas que durará este juicio —en el que Abuín se enfrenta a la petición de prisión permanente revisable, tanto por parte de la familia como de la Fiscalía— desfilarán por la sala hasta nueve forenses encargados de valorar las circunstancias de la muerte de Diana. Sus explicaciones serán claves para que el jurado popular acepte, o no, que en este crimen medió una agresión sexual. Sobre este hecho, el de la violación, pivotará todo el proceso judicial que está a punto de desatarse y en el que tanto la acusación particular como el Ministerio Público se esforzarán en demostrar —pese a que ninguna autopsia ha podido confirmarlo debido al tiempo transcurrido— que a Diana la forzaron antes de matarla y lanzarla al pozo con dos pesos colgados de su cuerpo. De este factor dependerá, en esencia, que el Chicle pueda ser condenado a la pena máxima que recoge el Código Penal español.
A su favor, tanto el letrado ferrolano Ricardo Pérez Lama como la fiscal jugarán varias bazas a tener en cuenta. Por una parte, el móvil sexual como motivador del crimen. «No la metió en su coche para llevarla a misa» se ha cansado de decir el padre de la víctima al respecto. Por otra parte, el historial delictivo del autor confeso, condenado por un intento de agresión sexual unos meses después de la desaparición de Diana e investigado por la presunta violación de su cuñada cuando ésta era menor de edad. En tercer lugar, y para cerrar el círculo de culpabilidad en torno al Chicle, el hecho de que Diana apareciese completamente desnuda y de que su ropa nunca haya sido localizada.
La capacidad de persuasión de los ponentes junto con la pruebas e indicios expuestos marcarán el devenir del proceso, que contará con la declaración de más de cincuenta agentes que participaron en las labores de investigación para encarcelar a Abuín. Ellos explicarán cómo lo cercaron, gracias a las herramientas informáticas con la que contaban, hasta solapar el recorrido del teléfono de Diana con el de su verdugo, punto de inflexión de las pesquisas que llevaron hasta el acusado quinientos días después. Además de conocer los pormenores de la investigación, el tribunal ciudadano sobre el que recaerá el veredicto final escuchará a familiares y amigos del acusado, que aportarán su visión sobre cómo es el Chicle y su tipo de vida. Estará presente una hermana que acusó a Abuín de haberla violado en su coche a punta de navaja cuando era menor de edad. Una juez de Noia reabrió el caso al advertir «similitudes entre estos hechos y otros atribuidos al sospechoso», en clara referencia al crimen de Diana Quer y al rapto e intento de agresión de Boiro.
Durante ocho largas jornadas —hasta el 21 de noviembre— todos los detalles de uno de los casos más mediáticos de los últimos tiempos serán valorados y desgranados para determinar el grado de culpabilidad del acusado. El último capítulo del caso Quer se escribe ya.
