Entre su Master Chef demoscópico y su Rasputín de cámara convencieron al Pericles de Ferraz para repetir elecciones. Ojo de Águila Tezanos -¡que le ha dado 30 escaños de más en el CIS que pagamos todos!- y Jugadas Redondo masajearon un ego ya de por sí hiperlativo. Así que el gran Sánchez lo vio claro: los españoles le proporcionarían una mayoría amplia, en justo premio a su porte progresista, sus proezas exhumatorias y su garboso álbum en Instagran. Pero parece que el plan no ha salido Redondo: gana los comicios de nuevo, sí, pero se deja tres escaños y complica aún más la formación de Gobierno (es de temer que intentará un “Frankenstein” 2 con comunistas y separatistas, por eso en el debate, ante preguntas directísimas, no rechazó el apoyo de los sediciosos catalanes).
Hay otro ego bulímico que sale también escaldado: Rivera. Si la Nueva Política ha llegado realmente para regenerar nuestra vida pública, hoy Albert debería estar haciendo la maleta y retornando a su pupitre en La Caixa. Lo que hizo fue convocar un congreso con posible aclamación a la búlgara, a lo Iglesias. Con una caída desde 57 escaños a 10, y tras una década larga al timón, no debería seguir. CS necesita una cura de humildad, ponerse bajo la batuta de Arrimadas e iniciar un acercamiento al PP que culmine en una oxigenante fusión (que permitiría que alguna vez el centro-derecha derrote de nuevo al PSOE).
El gran triunfador de la noche fue Vox, que suma 52 escaños partiendo de 24. Un éxito espectacular y esperado. Hay mucha gente legítimamente harta de los abusos y desórdenes del separatismo y ellos ofrecían la respuesta más contundente. Abascal logra un gran resultado, pero en realidad tiene cinco escaños menos de los que el ahora desahuciado Rivera disfrutaba en abril. Cautela con las euforias. El Congreso ya ha visto desfilar a muchos partidos gaseosa, empezando por la poderosa UCD.
Al PP le han hecho “un Soraya”: la misma jugada que hizo en su día el sorayismo alimentando a Podemos para mermar al PSOE, pero al revés. La crecida de Vox ha dejado al PP en 88 diputados. ¿Un buen resultado? Para apuntalar a su líder, sí. Para el partido, no: continúa a 32 escaños del PSOE. Con mucha calma, sin prisas, tal vez el PP tendrá que seguir buscando un nombre, probablemente de mujer.
¿Y cómo se gobierna esto? Mal. O “Frankenstein 2”, o el PP hace un gesto de Estado y permite la investidura del PSOE, el ganador, previa exigencia a Sánchez de unos compromisos mínimos (respeto del marco económico de la UE, control fiscal y reponer el orden en Cataluña). La estabilidad de España pasaría porque PP y PSOE acometiesen una reforma electoral para favorecer las mayorías. O eso, o seguiremos en la chisposa embriaguez de los cócteles multisiglas.
Una pregunta sencilla para acabar: ¿Qué le arregla a España la crecida de Vox? Pasada su noche festiva, aquí ha vuelto a ganar Sánchez y la derecha suma 154 (añadiendo a CC y Navarra Suma), es decir, está a 22 de la mayoría absoluta. Si existe eso que Vox llama “la dictadura progre”, parece que continuará un buen rato, merced a la gran idea de partir la derecha en tres.