El ascenso de Vox en las elecciones generales del 10N obedece a varias causas que han coincidido en el tiempo. Después de los comicios del pasado mes de abril, la formación política liderada por Santiago Abascal perdió votos en los comicios municipales, pero la sentencia del procés y la situación en Cataluña certificaron una remontada, consolidada por el discurso de su presidente, con mensajes sencillos y directos que han calado una parte del electorado.
El camino que ha recorrido Abascal para situar a Vox como tercera fuerza política en España ha tenido varias etapas, pero arranca con el malestar del electorado de centro derecha con el Partido Popular. Parecía que este descontento iba a ser pasajero, pero la violencia desatada en Cataluña empezó a empujar el voto del centro derecha hacia Vox.
Esta indignación se unió al desmoronamiento de Ciudadanos, aprovechado por Vox para arañar algunos votos más, que también empezaron a llegar apoyos de una parte de la población que no vio con buenos ojos el espectáculo que el Gobierno socialista organizó para exhumar los restos de Franco.
Pero uno de los factores que más han jugado a favor de Vox es que el apoyo a los gobiernos de PP y Ciudadanos en comunidades autónomas como Andalucía, Murcia o Madrid desterró el temor a la gestión de Vox, ya que no supuso ningún cambio hacia la extrema derecha de las políticas de estos ejecutivos autonómicos.
Un miedo que contribuyó a desterrar la imagen pausada de Abascal en el debate, que expuso sus argumentos con mucha calma, sin entrar en enfrentamiento directo con los otros candidatos presidenciales, ofreciendo una imagen moderada, muy lejada de la posición extremista que le atribuían.
