Mientras en el Congreso de la Unión se discute la reforma a la Ley de Consulta Popular, en Monterrey, la sociedad civil y el Congreso Local convocan a un foro para reformar nuestra Ley de Participación Ciudadana.
El sábado se festejan tres años de puertas abiertas para que la ciudadanía le hable de frente a sus autoridades. El saldo es malísimo, ninguna consulta popular de procedencia ciudadana ha llegado a las urnas y se han presentado 21 intentos. La única que lo logró fue la que promovió el gobernador; la pregunta sobre las casetas de primeros auxilios parece más una consulta ciudadana y, hasta donde sé, no se han construido, a pesar de tener la cualidad de vinculante, y esta condición de mandato es la más alta en todo el país.
Aun así, celebro que nuestro cuerpo legislativo convoque, junto con tres asociaciones ciudadanas, a un foro para hablar de “avances, retos y oportunidades”. Gran avance fue tener por fin una ley que ampara nuestra participación, mayor avance es que la ciudadanía no ha dejado de intentarlo, a pesar de la ley y la forma como esta se interpreta.
Hay que tener claro que una elección busca cosas diferentes que una consulta, en la primera se está peleando el poder, en la segunda se está dando voz para la colaboración. Y esto parece que no está claro en la iniciativa federal.
Los retos son mayores y justamente están en la mesa del Poder Legislativo. No existe una receta para hacer una buena ley, los mecanismos de participación ciudadana se han estudiado ampliamente en Estados Unidos y Europa, las conclusiones a las que llegan divergen de lo que sucede en América Latina. Un dato interesante: mientras las personas con mayor grado académico allá apoyan los mecanismos de participación directa, aquí –México y Latinoamérica– no es así. En nuestro continente quienes sí los usan son las comunidades de sistemas originarios, la población indígena.
Otro reto para nuestros diputados y diputadas es eliminar la ambigüedad en las leyes, que está presente también en todo el continente. Un foro como al que vamos a asistir es un mecanismo de participación, pero no es democracia directa, no es mandatorio el resultado, no convoca a toda la ciudadanía a elegir, sólo a opinar. Ojo, no son malos, son ambiguos. Un mecanismo que se vota y cuyo resultado obliga a las autoridades implicadas a dar cumplimiento, les pone fecha y les exige continuidad.
Oportunidades hay más: ¿quiénes pueden votar?, ¿por qué no podrían votar los niños para asuntos en sus colonias?, ¿por qué tendría que votar todo el municipio si se trata de un paso peatonal en una colonia?, ¿por qué los reos no podrían votar en asuntos relacionados con la dinámica de un penal?, ¿por qué no hay sanciones para quien no cumple lo que mandata una consulta?, ¿por qué se juntan firmas antes de saber si el Tribunal Superior de Justicia avalará la pregunta?, ¿por qué subutilizar las instituciones democráticas ya establecidas? Y ojo, es diferente el mismo mecanismo de democracia directa en un estado que un municipio o en una colonia.
Les deseo todo el éxito a @AlianzaCivicaNL, @Ruta5Estrategia y a todo el cuerpo legislativo del @CongresoNL y muchas gracias por #SeryHacerCiudadanía.
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