La pesadilla que atraviesan Isabel y Begoña del Blanco comienza a disiparse. Estas dos vecinas de Santurce (Vizcaya) han podido entrar de nuevo en la vivienda que durante dos meses fue ocupada de forma ilegal. El propio Ayuntamiento confirmó ayer que familiares de los intrusos habían entregado de forma voluntaria las llaves del piso en dependencias municipales, y celebró que el conflicto «se haya solucionado de forma pacífica».
Culmina de esta forma un caso que se inició el pasado septiembre. Isabel, propietaria de uno de los pisos afectados, fue testigo de cómo un grupo de personas tomaron la vivienda que tenía en la calle Miguel de Barandiaran. Se trata de una casa heredada de sus padres que utiliza para dar alojamiento a su hermana y a sus sobrinos cuando acuden de visita a la localidad marinera. Tras ser informada de lo sucedido, ella misma acudió al inmueble para intentar que los «okupas» lo abandonaran por su propia voluntad.
Sin embargo, su esfuerzo no dio resultado. «Me dijeron que estuviera tranquila, que ellos no tienen vivienda y que yo tenía dos», lamentó la propietaria, a quien los «okupas» le llegaron a proponer que les hiciera un contrato de alquiler. Pero ella rechazó esta solución, dado que necesita tener disponible la casa. Los inquilinos ilegales, por su parte, defendieron en EiTB que el inmueble llevaba «tres o cuatro años sin habitar», y no dudaron en echar la culpa del conflicto a la propia Isabel.
Eligieron un mal momento para tomar la vivienda, dado que los ánimos estaban caldeados entre los vecinos. Semanas atrás, de hecho, una enfurecida multitud había logrado que otros «okupas» abandonaran la casa que habían tomado de forma irregular en el municipio vizcaíno de Portugalete. Fue un caso especialmente simbólico por la indefensión de la propietaria, una anciana de 94 años que estuvo cerca de perder la casa en la que vivía desde que tenía seis.
Algo semejante sucedió en el caso de Santurce, donde la semana pasada cerca de un millar de personas se concentraron frente a las viviendas «okupadas» de la calle Miguel de Barandiaran para exigir la marcha de los intrusos. Una protesta que no estuvo exenta de tensión: la Ertzaitnza, que había desplegado un amplio dispositivo para evitar cualquier incidente, tuvo problemas para contener a los vecinos, que incluso trataron de traspasar el cordón policial. Los intrusos, desafiantes, colgaron en las ventanas sábanas en las que escribieron los mensajes: «Tenemos contratos. No somos ocupas» y «La ley la tiene el juez, no vosotros».
Sin grandes desperfectos
El caso tuvo en este caso un final feliz para las afectadas, que finalmente el mediodía de ayer pudieron regresar a su vivienda, que no presentaba grandes desperfectos. Según informó el Consistorio del municipio, familiares de los «okupas» entregaron por la mañana de forma voluntaria las llaves de la casa en dependencias policiales. El equipo de Gobierno, regentado por el PNV, agradeció además «la intermediación de personas ajenas a este conflicto» y exteriorizó su alegría por que «se haya solucionado de forma pacífica». A su vez, reiteró «la necesidad de un cambio urgente de las leyes» para poder actuar con mayor velocidad.
La propia Isabel mantuvo previamente unas palabras con la hija del hombre que había ocupado el piso, que le pidió «perdón» por lo sucedido. Unas disculpas que la afectada aceptó, aunque le reclamó que, «de ahora en adelante», siguieran los cauces que marca la ley. «Tenéis que pensar en el daño que le hacéis a la gente», le dijo.