Se acercaron por primera vez al idioma francés siendo niños. sus profesores les hicieron amar esa lengua y la vida los llevó a residir en francia, acercarse a la docencia y la investigación y ser unos inmejorables embajadores de la francofonía en nuestro país. son Belén Artuñedo y Antonio Bueno, profesores de la Universidad de Valladolid que han sido distinguidos por el Ministerio de Educación y de Juventud francés con la condecoración de Chevalier de L’Ordre des Palmes Académiques, un reconocimiento napoleónico que valora el trabajo en la defensa y difusión de la lengua y la cultura francesas. Ambos se muestran orgullosos por el reconocimiento pero sobre todo, por servir de puente para unir países y culturas.
Belén Artuñedo, desde su despacho como vicedecana de Movilidad de la UVA y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras del Campus de Valladolid, asegura que no esperaba el premio, que para ella supone «un reconocimiento a un trabajo en defensa de la lengua y la cultura francesas» en un momento como el actual «en que se impone la uniformización del inglés», a una defensa del plurilingüismo frente al bilingüismo.
«Desde 1954, con la primera Convención por la diversidad lingüística, el Consejo de Europa ha llevado a cabo políticas para formar ciudadanos europeos a través del conocimiento mutuo y eso conlleva el conocimiento de las lenguas», asegura, pero también que «en España no han calado esas directrices porque el plurilingüismo está limitado a la enseñanza del inglés», dejando de lado la docencia de una segunda lengua en el currículo escolar.
Los docentes piden que se impulse la enseñanza del francés
Artuñedo sostiene que «es el salto cualitativo que nos falta» y en concreto con el francés porque si de verdad se quiere impulsar la internacionalización de los estudiantes y las universidades, antes debe fomentarse el aprendizaje de más lenguas, no sólo el inglés. Para ello, considera que «la demanda social se puede crear como ha pasado con las tecnologías de la comunicación», afirma, y eso pasa también porque las familias tengan información al respecto, porque además, «el aprendizaje de dos lenguas extranjeras tiene un efecto cognitivo positivo para los niños, y porque cuando un estudiante se gradúa en la Universidad obtiene un suplemento europeo al título en el que se recoge toda la información sobre su experiencia en el extranjero y ahí entran las lenguas», muy relevantes para su futuro profesional.
Antonio Bueno, justo antes de partir hacia Argelia, el pasado abril
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F. BLANCO
Como Artuñedo, que vivió en Francia, donde fue profesora de español y en la Universidad de Poitiers, Antonio Bueno también cuenta con una larga trayectoria como docente e investigador del idioma francés, en nuestro país (es profesor en el Campus de Soria) y en Francia. Desde abril es el consejero residente en Argelia para el proyecto europeo que consiguió Castilla y León como hermanamiento de las universidades con ese país del Magreb, donde, según sus palabras, hace «de puente entre culturas». Para él, «la enseñanza es una de las tareas más filantrópicas, la actividad humanística más placentera» y dentro de ella, defiende también la enseñanza del francés.
Lleva 38 años dedicado a esa enseñanza y a la investigación y para él es «un orgullo» este reconocimiento y asevera, además, que «el uso del francés como lengua oficial de la diplomacia no es baladí» porque «tiene la propiedad de poder servir de puente. Sus estructuras cartesianas, su riqueza expresiva y de cortesía, son aspectos que en definitiva hacen de ella una excelente herramienta de negociación». Por ello afirma que «estudiar francés es apropiarse de un recurso altamente profesional» y que «gracias a la lengua comprendemos mejor la manera de vida y de pensar de otra gente, y como por arte de magia nos sentimos más cercanos a ellos».