A Donald Fagen y Walter Becker —fallecido en 2017— les debemos la creación de Steely Dan, singular grupo de rock que a sus letras inteligentes y cargadas de humor incorporaba tintes de jazz, blues, rhythm and blues y otros géneros. La fórmula los llevó a conseguir el éxito mundial desde su primer disco, Can’t Buy a Thrill, de 1972, y en otros como Pretzel Logic y Gaucho.
Hípsters eminentes. Ensayos reunidos: Autobiografía del gusto/El ocaso de los dioses (Libros del Kultrum, 2019) explica el gusto de Fagen por la música que luego influiría en su trabajo. Uno no puede menos que envidiar al adolescente que desde los 12 o 13 años empezó a asistir a los clubes de jazz de Nueva York para estar cerca de muchos de sus ídolos. “Muchos de ellos bebían whisky JB y fumaban cigarrillos Lucky Strike, pero seguían siendo dioses. Miles Davis, Sony Rollins y John Coltrane aún eran más o menos jóvenes, no sabían lo que era el miedo y estaban trabajando en el momento álgido de su creatividad”.
A Fagen todavía le tocó la época de las legendarias jam sessions, como una celebrada en el Café Au Go Go en la que participó la sección rítmica de Wynton Kelly, Paul Chambers y Willie Bobo con Hank Mobley, David Pike y Curtis Fuller. “Mobley y Kelly tocaron como dos monstruos: con un swing endemoniado y componiendo al momento. No había mejor cosa en el mundo…”.
Fagen recuerda que una vez Charles Mingus “interrumpió un tema en pleno galope para soltarnos una perorata sobre la cuestión racial, la política, las discográficas que engañaban a sus músicos y la hipocresía tanto de los negros como de los blancos”.
Con la llegada de los llamados jóvenes leones del jazz —encabezados por Wynton Marsalis—, la escena se volvió pasteurizada. “Estaba prohibido fumar, por supuesto, y no veías a un solo yonqui adormilado o a alguien que bebiera más de lo aceptable. De hecho no veías nada reprensible, como no fueran los precios criminalmente caros de las entradas y las copas”.
Existen pocas referencias a Steely Dan, pero sus comentarios sobre Ray Charles, Ike Turner, los locutores de radio, las cantantes olvidadas y en general la escena del jazz permiten atisbar a una época en la que diferentes estilos y generaciones convivían en este paraíso irrepetible.
Walter Becker
Sobre su socio en Steely Dan, Fagen recuerda que “Walter Becker y yo teníamos muchos intereses en común: el blues, la música popular de todo tipo, Nabokov y los escritores de la entonces llamada escuela del ‘humor negro’, la ciencia ficción y demás”.