El nuevo trabajo de Javier Aguirre en el Leganés, su quinto club en el futbol español, representa una nueva oportunidad para una carrera en horas bajas tras su reciente fracaso con la Selección de Egipto, donde fue despedido tras la pasada Copa Africana de Naciones, y las acusaciones de recibir sobornos por parte de la justicia española.
Cuesta trabajo revalorar la carrera como entrenador del “Vasco”. Su imagen pública se deterioró para muchos de los aficionados mexicanos, quienes no sólo recuerdan sus problemas legales, sino también eventos como aquella rueda de prensa previa a los Octavos de Final en el Mundial de Sudáfrica 2010, con la cara escondida entre la gorra y la mirada cabizbaja. En suma, es el “villano” que dijo que México estaba “jodido” en una entrevista radiofónica en 2010 y luego se prestó a la propaganda política; el que hizo pésimos cambios en Corea-Japón 2002 contra Estados Unidos; o el “vivo” que ordenó a un canterano fingir una lesión cuando dirigió al Pachuca, con el objetivo de suspender un partido en el que ya tenía cuatro jugadores expulsados.
Pero las trayectorias profesionales, así como las vidas humanas, tienen claroscuros y matices. El “Vasco” también es aquel quien clasificó a México a dos Mundiales luego de rescatar eliminatorias adversas, el técnico que llevó a Osasuna a una Final de Copa del Rey y a un cuarto lugar general (puesto de acceso a la previa de la Champions League), aquél que calificó al Atlético de Madrid al máximo torneo continental luego de 12 años de fracasos (y hasta un descenso). Bombero de equipos de zona baja, un motivador de alto nivel y gestor de recursos limitados, Aguirre se ha ganado cierto prestigio en el futbol profesional. Y no olvidemos que es el primer entrenador mexicano con una carrera prolongada fuera de nuestro país.
La interrogante para el Leganés será si recibirán la mejor versión de Javier Aguirre para ayudarles a superar su delicada condición actual (van últimos con cinco puntos en 12 fechas). Si nos vamos a los antecedentes en el futbol ibérico, hay razones para confiar: salvó al Espanyol de un descenso casi seguro en la temporada 2012-2013; y logró la permanencia con Osasuna cuatro años consecutivos. Los directivos del club madrileño confían en él por esa experiencia ante la adversidad.
Pero el propio Aguirre, acorralado por la investigación judicial en su contra, sabe perfectamente que no puede permitirse un fracaso más. En Japón lo echaron no sólo por las acusaciones de corrupción, si no por su incapacidad de pasar de los Cuartos de Final de la Copa Asiática. En Egipto disputó una Copa Africana donde era favorito, y ni siquiera se posicionó entre los ocho primeros. El “Vasco” ya tiene cinco años alejado de las competiciones europeas de alto nivel, su estilo de juego es estéticamente poco atractivo, y hay días en que suele tomar decisiones tácticas tan absurdas como aquella de poner a Guillermo Franco de titular en Sudáfrica 2010, en detrimento de Javier Hernández.
Sin embargo, el verdadero reto de Aguirre es salir bien librado de su problema legal, al ser acusado de recibir 85 mil euros en su cuenta bancaria para comprar un partido ante el Levante en 2011 que le permitió a su entonces club, Zaragoza, seguir en Primera División. En diciembre se dará una resolución final. El objetivo no sólo será rescatar a los “pepineros” de la Segunda División, sino limpiar una carrera percudida por temas extra cancha. De no lograrlo, podría ser la última oportunidad en el futbol de alto nivel para el técnico de 60 años.