Solito pintó la raya y la parca acudió al llamado,
pues por hablar de hombricidios, El Bronco es hoy el finado.
La Huesuda, muy feminista, no soportó este concepto y pide que a quien lo repita, mejor ya lo den por muerto.
La Muerte está muy cansada de tanto visitar Monterrey, aquí asesinan mujeres un día sí y el otro también.
Los panteones, paradójico, ya no saben quién es quién, pues sobre las tumbas hay flores, pero por dentro también.
Armada de diamantina rosa, la calaca se apareció,
su guadaña ya reposa, el glitter la suplantó.
“No me quiero quedar sin chamba, pero ya no tiro a matar;
con unos cuantos brillitos los hago desatinar”.
Tomó pues jubilación y a las marchas contenta acude.
Dejó de llevar gente al panteón y al machismo ahora sacude.
Cuarenta y dos curules ya quedaron instaladas,
en el panteón les esperan a las legislativas chuladas.
La muerte muy sorprendida, cuenta y vuelve a contar:
No sabía, distraída, que las mujeres son hoy mitad.
“Pasen las veintiún señoras” , les grita sin avisar,
nos urgen muchas reformas, pónganse ya a trabajar”.
Paritarios también quedaron los cabildos de Nuevo León.
Por primera vez nos alegramos de que no haya tanto varón.
A la muerte esto sí arredra, no quiere causar lesión,
“A éstas no me la llevo, voy a hacerles concesión”.
La flaca en cambio se lamenta, y dice no estar contenta,
la oficina del alcalde casi nunca dice “alcaldesa”.
Todas juntas en el panteón, unidas con regocijo,
las mujeres de Nuevo León entierran hoy un canijo.
Politóloga* miriamhd4@yahoo.com