El libro Contra la luna se refiere al nacimiento, en Santiago de las Vegas, de Italo Calvino, narrador cuyos padres trabajaron en la estación experimental agronómica sita en esa localidad del sur habanero
Lectores interesados quizá no encuentren en librerías un libro de Helio Orovio (1938-2008), poeta, autor de Contra la luna, entre otros cuadernos, y autor también de un diccionario de la música cubana que incrementó su crédito como musicólogo.
Este libro se refiere al nacimiento, en Santiago de las Vegas, de Italo Calvino, narrador cuyos padres trabajaron en la estación experimental agronómica sita en esa localidad del sur habanero. El doctor Mario Calvino y su esposa llegaron a Cuba con el prestigio de ser científicos acreditados por sus aciertos. Y Orovio se refiere, con datos, al trabajo de los padres del futuro narrador. La pareja dejó entre nosotros un legado capaz de cimentar su recuerdo.
Por su parte, el hijo, nacido entre cubanos, y cuidado en su infancia por corazones cubanos, nunca renunció a sentirse nuestro compatriota, además de italiano. En este libro, de apenas 88 páginas de texto, Orovio también acompaña su investigación con un despliegue gráfico de interés testimonial. E incluye algunas prosas del autor de Las dos mitades del vizconde.
Ojalá pudieran los lectores interesados topar alguna vez con este pequeño libro que, en ingeniosa paráfrasis, Orovio tituló Las dos mitades de Calvino. Pero me parece que pudiéramos convenir en que si lectores interesados no logran hallarlo en librerías, o en algún estanquillo de libros viejos, pueden quedarse reflexionando sobre algunas ideas de Italo Calvino acerca de la literatura, aparecida en el ensayo que el autor de El barón rampante publicó en la revista Casa de las Américas en 1964, bajo el título de El hecho histórico y la imaginación en la novela. Helio Orovio, desde luego, incluyó este texto en su breve volumen.
Italo Calvino afirma, pues, que la literatura es útil en la medida en que dice aquello que el sociólogo, el político, el historiador, el filósofo, el científico no han dicho todavía, aquello que el sociólogo, el político, el historiador, el filósofo, el científico podrán reconocer alguna vez como útil y justo.
