El lenguaje corporal de Pedro Sánchez durante el debate presidencial del lunes era mucho más expresivo que el de sus palabras: cabizbajo. La mitad del tiempo se lo pasó mirando sus papeles y ni siquiera miraba a sus rivales al dirigirse a ellos. Que no estaba cómodo era evidente. La primera explicación es que no le están saliendo las cosas como había planeado y su candidatura, aunque sigue en cabeza, no acaba de arrancar. De ser así, sin embargo, está desperdiciando la mejor oportunidad siendo presidente del Gobierno ayudado por aquel que no ha mucho aseguraba que con él no iría ni a la esquina: Albert Rivera. Sí, el que desde el comienzo del debate se dedicó a buscar el... Ver Más