Se llama Xavier Ros-Otón. Es matemático, y antes de ayer recibió uno de los premios que llevan el nombre de la Princesa de Girona. Acudió al acto con un lazo amarillo en la solapa. Nadie le increpó por ello. No le prohibieron llevar ese distintivo en presencia del Rey de España. Al entrar no le pegaron, ni le empujaron, ni le escupieron. Podría haber sido consecuente con su independentismo y rechazar el premio, pero ya se sabe que en esta grey del independentismo low cost están al caldo y a las tajadas. La coherencia no va con el muchacho, pero eso es asunto suyo. Cuando entró el Rey, no consiguió aplaudirle. El sectarismo se lo impedía. Allá él. Pero el...
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