La nueva novela de Mari Pau Domínguez, «La nostalgia del limonero» (Espasa), habla de Cataluña, pero -sorpresa- no del «procés», sino de todas esas familias que, como la suya, tuvieron que abandonar su hogar en los años cincuenta (en Andalucía, por ejemplo) e ir allí a ganarse el pan. La autora la presentó ayer en el Hotel Urban de Madrid, en una conversación con la también escritora Carmen Posadas que moderó Bieito Rubido, director de ABC. Hablaron del pasado para explicar el presente, pues según subrayó Rubido, «la novela funciona como un espejo que ayuda a rescatar a tantos miles de héroes desconocidos que abandonaron sus hogares para buscar un futuro». De hecho, «ese mestizaje hizo de la Barcelona de los primeros setenta una de las grandes ciudades libres del Mediterráneo».
Posadas destacó la capacidad del libro para suscitar preguntas. Para empezar, la de su origen, pues nació de una Tercera de ABC titulada «Apátridas de Cataluña», en la que contaba, precisamente, la historia de sus padres, que en el libro aparecen ficcionados. Ahí descubrió que su vida era, también, la de muchos otros. De ese origen saltaron al hoy, porque la cuestión, que lanzó Posadas, era inevitable: ¿cómo es posible que una comunidad de emigrantes haya evolucionado hasta el independentismo? «A nuestros padres les costó adaptarse, pero la siguiente generación ya nació integrada, aunque les llamaran charnegos. Pensaban que se integraban mejor si se iban al otro extremo. Yo he visto que hay mucha gente de mi edad que tiene esa idea. Aunque lo que hacen es desintegrarse… Ha habido una gran manipulación y el resultado es éste», respondió Domínguez.
El oasis de la literatura
Más allá del independentismo, ausente en la trama de la novela deliberadamente, la charla derivó hacia el oasis de la literatura. Pero también de la vida, claro. «Hablar de temas personales en una novela es muy desgarrador y muy difícil. Esta es una novela confesional, por el tono», apuntó Posadas. Domínguez recordó que es así, pero que hay mucha ficción, y relató la primera reacción de su madre cuando la leyó, pues terminó escandalizada porque le había puesto un amante. «Un argentino muy bien plantao», bromeó.
Casi al final le llegó el turno a la nostalgia, esa que sufría su padre (Diego, en la novela) y que su madre superó. «¿La nostalgia es un error?», preguntó Posadas. «Un exceso de nostalgia sin duda. A mi padre le pudo la nostalgia. La nostalgia, lo justito. Me gusta para la literatura, pero en la vida tienes que ir superando etapas», remató Domínguez.