El tiempo pasa muy deprisa en la Fórmula 1 y el vértigo de la acción convierte en veterano a hombres que acaban de salir de la juventud y casi de la adolescencia. Carlos Sainz, que ha cumplido 25 años en septiembre, ya presenta una hoja de servicios centenaria en este deporte. Podría ser un principiante con esa edad, pero ya es un piloto curtido (el noveno con más carreras de la parrilla). La regularidad y el buen tono general de sus actuaciones lo han elevado a 99 grandes premios. En Austin cumplirá cien este domingo (20.10 horas, Movistar F1). Una cifra redonda con la que él dignifica su profesión y a la que faltan éxitos. Son 247 puntos del madrileño en cinco cursos en un rendimiento concienzudo y metódico, pero ningún podio que echar a la cazuela de los destellos.
Es un fin de semana de centenarios en la Fórmula 1. Además de Sainz, cumple cien grandes premios Max Verstappen, autor de una trayectoria meteórica que incluye siete victorias, una pole y 28 podios. Es un espejo nocivo para el español, ya que ambos debutaron juntos y el holandés de 22 años ha construido una autopista hacia el cielo, con su desembarco en Red Bull y su estilo agresivo que ha llenado las gradas de holandeses, ha captado patrocinadores potentes y ha propiciado un gran premio en su país en 2020. También llega a ese guarismo el danés Kevin Magnussen, ex de McLaren y Renault y actual piloto de Haas.
«Ser piloto de F1 ha sido mi sueño y ambición desde que tengo uso de razón», comenta Carlos Sainz a propósito de la carrera. El madrileño era un niño de diez años cuando su padre, el campeón del mundo de rallys, lo llevó a Montmeló para conocer a su ídolo, Fernando Alonso, icono de la F1 que arrastró a 140.000 personas al circuito catalán durante esos años de abundancia. Sainz se subió a un Toyota, el coche que conducían Ralf Schumacher y Trulli, y decidió que aquello iba a ser su forma de vida, admirado por la pujanza de Alonso en un mundo hasta entonces medio clandestino para los españoles.
En 2015 fue nominado por Hemult Marko, el ideólogo de Red Bull, como piloto titular de Toro Rosso, un equipo que había cincelado a Vettel, Ricciardo, Buemi, Kvyat y al barcelonés Jaime Alguersuari, entre otros. Sainz disputó 56 carreras con el coche filial de Red Bull y no llegó a culminar la ambición de todo cachorro de la casa: conducir el coche pata negra que le otorgó cuatro títulos a Vettel en dura competencia con el Ferrerai de Alonso.
En Renault también cumplió el diligente piloto madrileño. 21 carreras durante 2018 con alguna aproximación a ese podio que se le resiste (5º en Bakú, 6º en Abu Dabi).
La retirada de Alonso en 2018 le favoreció sobremanera para ocupar ese asiento libre en McLaren. Lleva 18 grandes premios con el bólido fabricado en Woking, cerca de su residencia al sur de Londres, y la progresión es evidente tanto en el coche como en el piloto. El McLaren y Sainz ya son pasajeros habituales de la Q3 los sábados y de las posiciones de alcance en la parrilla. Sin embargo, su popularidad no brota en las imágenes de televisión. Durante el último Gran Premio de Japón, la web de la F1 preguntó: «¿Quién es el piloto del día?». A lo que su padre, Carlos Sainz, respondió: «Sainz, pero parece ser invisible».
Sainz hijo no se desespera y confía: «Alcanzar las 100 carreras con solo 25 años supone un hito importante».
Trayectoria
5 años. Debutó en Australia 2015. Ha corrido en tres equipos: Toro Rosso, Renault y McLaren.
247 puntos. Tiene una media de 2,49 puntos por GP y 49,40 por temporada.
4º clasificado. Es su mejor resultado (Singapur 2017). No ha logrado ningún podio.