Parece chiste y se cuenta solo. El pensar o suponer que dentro de Morena en Hidalgo hay personajes o grupos infiltrados que buscan oscuros fines, es algo fácil de resolver, pero también es un hecho que jamás hubo la preocupación de sus miembros fundadores por cuidar y velar por las formas del partido.
Tras más de cuatro años desde que comenzó Morena en los municipios del estado, nunca se imaginó que llegaría el día en que sería el partido en el gobierno federal, ni mucho menos que iban a tener que lidiar con todos tipo de perfiles que buscan colgarse del presidente o de la marca Obrador para poder ganar puestos de elección popular.
¿O dígame?, ya conocía a alguno de sus actuales diputados locales o federales en Hidalgo antes de la elección de 2018. Habrá algunos que sí, pero la gran mayoría, por desgracia no saben ni ubican a sus representantes.
Lo anterior es producto de que sí, hay infiltrados en Morena, al igual que en todos los partidos, pero siendo el obradorismo una corriente política que avanza como máquina de ganar elecciones, todos quieren o desean estar del lado donde se darán los triunfos el siguiente año en las renovaciones municipales.
Ayer el delegado nacional del partido, el doctor Francisco Patiño, un viejo conocido de la política hidalguense, quien parece se purificó desde aquella abrupta salida del PRD años atrás y que pasó por el PT y ahora está en Morena, advirtió que con la anulación de asambleas tras la resolución del TEPJF, se corre el riesgo de entregar el comité estatal a los grupos políticos que tienen más recursos y poder, es decir, al de la Universidad o al de Tula que coordina el superdelegado Abraham Mendoza.
Cual sea el escenario, la realidad no pinta bien para el morenismo hidalguense, ya que además de estar divididos, no existe una confianza ni una estrategia política o ideológica instrumentada, más allá del cansado discurso de la Cuarta Transformación.
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