El culto a la muerte, su representación en el arte y la convivencia diaria con ella, su presencia invisible en la cotidianidad, hoy se manifiestan de formas tan dispares como una visita al panteón y una serie de televisión, una película de dibujos animados y una novela ejemplar, una especialidad científica y una amenaza latente, real, en regiones en conflicto.
La muerte, sin embargo, asomaba ya también desde algunas expresiones del arte prehistórico, cuyos grabados, pinturas y esculturas más antiguos tenían objetivos que aún son un misterio para los arqueólogos, pero representan un valioso testimonio de la vida en aquellas épocas tan lejanas como 30 mil años antes de Cristo.
En las pinturas rupestres de Lascaux descubiertas en 1940 aparece un hombre en el suelo con una máscara o una cabeza de ave, una lanza rota y los intestinos fuera, víctima sin duda de un enorme bisonte que figura a su lado, animal que llega a pesar hasta una tonelada y cuya representación pictórica data de 17 mil años antes de Cristo.
“La lanza del muerto” titularon los expertos esta pintura sobre roca en la región de Dordoña y sobre la que se han tejido múltiples teorías en torno a la identidad de la persona, que ha perdido en la batalla un bastón que también posee una punta con figura de pájaro, de quien se presume pudo ser un cazador con un señuelo o un hechicero.
Otro célebre sitio de hallazgos de arte prehistórico es Altamira, España, donde 4 mil años después de Lascaux un insólito pintor retrató la muerte de un bisonte, con las patas sujetas, para el que se emplearon solo tres colores: ocre, rojo y negro. La paleta era limitada pero no la creatividad de estos antepasados, cuyo refinamiento alcanzó altos vuelos durante la etapa final de la era del hielo, entre 15 mil y 10 mil años antes de Cristo, cuya fauna debió ser no solo una delicia como alimento, sino también a la vista.
Sin embargo, había otras especies retratadas en aquellas cuevas que eran una amenaza cotidiana, como los leones, osos y panteras pintados 30 mil años antes de Cristo en Chauvet. De hecho, los primeros son felinos ya extintos, sin melena, más parecidos al león asiático y distantes de otro de sus parientes, el tigre dientes de sable.
Aquí ya es la mano del hombre moderno el que traza su imaginación en la roca de las cavernas, pues recordemos que aparece en el Paleolítico Superior, 38 mil años antes de Cristo, si bien la destreza para el arte plástico no es exclusiva de Europa y bien pudo desarrollarse dos mil años antes en Australia, donde los grabados de Wharton Hill y Panaramitee, en el sur, datan de hace más de 40 mil años. De hecho se lee en el capítulo de prehistoria de Arte: la guía visual definitiva (Prehistoria-300 DC), a cargo de Paul Taylor, que los aborígenes creían que los dibujos originales habían sido trazados por los espíritus de la creación durante la Edad del Sueño.
África no fue la excepción y también posee pinturas rupestres en zonas montañosas, con antigüedades de entre 4 mil a mil 500 años antes de Cristo, en las que conviven caballos, antílopes y dromedarios con pastores, cazadores y hechiceros.
@acvilleda