San Blas-Canillejas, Ciudad Lineal, Usera, Arganzuela, Hortaleza, Centro, Leganés, Getafe, Coslada... No hay prácticamente ningún rincón de la región, especialmente en el área metropolitana, que se esté librando de la oleada de robos en bares y restaurantes que se está sufriendo. La estadística de casos conocidos, explican fuentes que trabajan en el día a día de estos delitos, es exagerada en los últimos tiempos. Hasta una treintena de casos se denuncian a la semana. Hasta el punto de que la Jefatura Superior de Policía de Madrid mantiene un dispositivo especial de vigilancia. «Hay diseñado un plan para combatir esos pequeños robos; a los autores se les está deteniendo continuamente, pero al ser delitos menores, entran y salen del juzgado sin que apenas pisen la cárcel», explican. Efectivamente, se está produciendo una casuística similar a los de los convencionales aluniceros: se trata de robos con fuerza, pues en lo general se perpetran de noche, cuando el establecimiento está cerrado, y no hay violencia contra las personas, lo que aminora el reproche penal contra estos sujetos.
Fuentes de las investigaciones que se están llevando a cabo inciden en que estos grupos, en realidad de «crimen desorganizado», hacen hasta tres o cuatro locales cada noche, por todo Madrid: «En una semana se pueden juntar 15, 20 o 30 casos, perfectamente». Recientemente, el Grupo XXIV de la Brigada de Policía Judicial arrestó a una banda asentada en la Cañada Real Galiana: «Lo ven fácil: revientan una luna a mazazos o con un alcantarilla, destrozan o se llevan la caja registradora y también abren las máquinas tragaperras».
Pueden sacar unos 500 euros por golpe. Se desplazan hasta el lugar en coches robados y, en algunos casos, los estrellan contra el cierre. Como hacen las bandas, estas más estructuradas, de aluniceros de tiendas de electrónica, los otros comercios más victimizados en los últimos meses, añaden nuestras fuentes.
«En cambio, ha bajado mucho el número de atracos y palos en joyerías. Apenas se registran uno o dos fuertes al año. En épocas anteriores, eran casi una plaga. Pero requieren más sofisticación y se tarda más, cuando se consigue, colocar el botín en el mercado negro o en tiendas de compro oro; así, los réditos económicos se dilatan en llegar y pueden ser menores de los esperados», explica otro experto funcionario policial.
Veinteañeros de la periferia
Esta oleada se debe, por un lado, a lo barato que sale robar en bares y restaurantes. Pero también a la inexperiencia de sus autores y a sus ansias de buscar dinero rápido y fácil. «Suelen juntarse cinco o seis veinteañeros. Van con pasamontañas, guantes... Pero casi siempre les graban las cámaras, cuando el establecimiento las tiene, claro. Le pegan a cualquier zona de Madrid, aunque tienen preferencia por los barrios de fuera de la M-30. Consideran que puede haber menos presión policial ahí y, además, tienen más capacidad de escapatoria por el tercer cinturón y sus accesos a las grandes autovías. También hay que tener en cuenta que, por su procedencia, se mueven mejor por esos barrios que por la almendra central», dicen los expertos a ABC.
El clan desarticulado hace unas semanas en la Cañada Real estaba integrado por al menos cuatro individuos, que fueron los detenidos. Se les considera un grupo criminal, que actuaba no solo en bares, sino también en salones de juego. A los presuntos autores se les imputan hasta 40 hechos delictivos, entre ellos, delitos de robos con fuerza, pertenencia a grupo criminal, sustracción de vehículo, contra la seguridad vial... Cometieron hasta cinco asaltos en una sola noche.
Los asaltantes suelen usar BMW (de ahí que esa marca acuñara el sobrenombre de una supuesta banda, cuando en realidad son muchas las que usan esos modelos) y Audi. Otro grupo, solo en un golpe, se hizo con 7.000 euros vaciando el cajón del dinero de la máquina de tabaco y de la registradora. Otros dos delincuentes de algo más de veinte años fueron detenidos tras una peligrosa persecución policial por la M-30 tras asaltar un bar en Usera; en Villa de Vallecas y Hortaleza fueron violentadas las cajas de dos farmacias, con enormes destrozos y huidas a toda pastilla... Y todo para llevarse apenas cien euros.
