Apenas doce números caben en la calle Segovias, en cuyos cimientos descansan los restos de la ciudad primitiva, y cuatro de ellos están destinados a hotel y apartamentos turísticos. El último, que todavía está en proyecto, se construirá en la tercera casa, que en su día perteneció a la familia Villagrán Gil y que luego pasó a manos del torero Pedrito de Portugal. La finca formará parte de un complejo hotelero de tres estrellas que tendrá su entrada principal por la calle Argote de Molina.
Sus promotores pretenden destinar todo el inmueble a las habitaciones —once en total— mientras que los salones y el comedor se situarán en la finca vecina, el número 15 de la citada vía. El proyecto todavía está en fase de tramitación en Urbanismo, con lo que tardará en ver la luz.
Los hoteles no llegaron a la calle Sevogias con el nuevo boom turístico. Vienen del ciclo anterior, con el furor de la Exposición Universal de 1992. El primer establecimiento fue Los Seises, un cuatro estrellas construido en terrenos del Arzobispado que todavía conserva la propiedad. Actualmente lo explota la cadena Fontecruz, que le tomó el relevo de Husa y es ya una referencia de la oferta sevillana.
Casi dos décadas tuvieron que pasar para que viera la luz otra iniciativa turística en la céntrica calle: el Palacio Pinelo, considerado la casa más antigua de la ciudad, también se abrió al público con la misma categoría bajo una gestión propia, al margen de los grandes grupos hoteleros. Este inmueble también tiene una fachada orientada a la calle Argote de Molina y es uno de los de mayor envergadura del Barrio de Santa Cruz.
Justo enfrente se levantó un bloque de apartamentos turísticos adatados a la antigua casa familiar que ocupaba el número 2 de Segovias. Presta servicio bajo el nombre Suites Murillo, con categoría de dos llaves.
Se estudia también la posibilidad de adaptar otra de las viviendas unifamiliares a hotel, pero por el momento es sólo un anhelo de sus propietarios que continúan analizando la idea.
