Una vez que ha pasado el momento de máxima tensión provocada por los disturbios y el estado de emergencia; después de que el presidente Sebastián Piñera retirase al Ejército y remodelase su Gabinete; y después de los 20 muertos en las calles de Santiago; un 78% de la población chilena rechaza al mandatario, según una encuesta de “Cadem”. El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea Guillermo Rocafort explica en una entrevista a LA RAZÓN si Sebastián Piñera sigue teniendo legitimidad para seguir al frente del Ejecutivo, y si es oportuna la propuesta de la oposición de abrir un proceso constituyente para solucionar la crisis.
¿Este es el final de Sebastián Piñera?
Sí. Lo primero que tiene que hacer es enfriar los ánimos, pero luego debería dar un paso atrás y nombrar a un sustituto renovador de su mismo partido, que para algo ganó las elecciones. Ha desencantado a muchos. Prueba de ello es que ahora solo le apoya el 22% de los chilenos. De hecho, el ala más dura de la derecha se está yendo al partido de José Antonio Kast, qué es como el Bolsonaro chileno. Las medidas que iniciaron los disturbios no fueron tan fuertes, pero la cuestión se ha desmadrado y el Gobierno se ha visto sobrepasado porque no se lo esperaba.
La agitación de la izquierda solo puede acabar con unas nuevas elecciones y con la pérdida del poder de la derecha. El presidente Piñera actuó impulsivamente y contestó de una forma muy dura. Además, ha actuado de una manera desleal, destituyendo a sus ministros como si ellos hubieran sido los culpables, cuando ha sido él el que ha tomado las decisiones más drásticas.
¿Qué podría calmar los ánimos? ¿Quizás la agenda social de 1.200 millones de dólares?
Bueno, yo creo que todo lo que se haga para favorecer a las capas más desfavorecidas es bienvenido. Lo importante es que el Gobierno recuerde que no puede ser vía subsidios. Que crear una red de seguridad no es lo mismo que crear un Estado clientelar. Tiene que haber equilibrios y contrapesos. A veces la derecha se deja llevar por los cantos de sirena de las políticas sociales, y después de un tiempo solo quedan unas estructuras de poder que acaban por favorecer a la izquierda. El objetivo debe ser mejorar esas facetas del liberalismo chileno que han provocado ciertas desigualdades. Es decir, necesitan hacer modificaciones estructurales, pero no dar un giro radical hacia el socialismo y echar por tierra todo el progreso económico de Chile.
Toda la clase política chilena tendría que hacer un mea culpa, hacer lo posible para evitar la subversión en la calle y los actos de sabotaje. Pero la oposición no está actuando noblemente. Podrían ayudar a calmar las aguas, en vez de echar más leña al fuego. Pero cuando las cosas se agitan de esta manera, siempre hay elementos que tratan de ganar réditos políticos. Todo esto va a ser utilizado por componentes políticos de forma feroz contra toda la estructura económica que ha llevado décadas construir.
La oposición habla de abrir un proceso contituyente para responder a las demandas de la población, ¿que supondría entrar en esta dinámica?
Quieren cambiar la Constitución que ha dado estabilidad al país durante cuatro décadas y que ha permitido uno de los crecimientos económicos más notables del mundo. Su objetivo es eliminar los contrapesos de poder para implementar una red clientelar. Y al final, entrar en una dinámica “peronista” como la de Argentina. La oposición tendrá su momento de gloria, pero a la larga será un desastre. Además, unas manifestaciones no dan legitimidad suficiente a la oposición como para abrir un proceso constituyente.
¿El modelo liberal de Chile ha fracasado?
La verdad es que el modelo económico chileno ha sido el más exitoso de toda la América Hispana. Si hablamos de fracasos, deberíamos empezar hablando de Argentina, de Venezuela, o recientemente de Ecuador. La imagen que se está generando últimamente del país no refleja en absoluto lo avanzado que está Chile. Es un país con una economía muy robusta, muy flexible, con un sistema de pensiones de capitalización (muy superior al sistema de reparto como el español).
Aun con sus defectos, el modelo ha tenido muchas virtudes y ha permitido un crecimiento milagroso que comenzó en los años 80, y que se ha mantenido con todos los Gobiernos, tanto con los de derecha, como con los de izquierda de la Concertación (Concertación de partidos por la democracia). Entonces, no creo que podamos hablar de fracaso. Es cierto que Chile tiene grandes desigualdades, pero hay muchas menos que en otros países, como por ejemplo Argentina, que recientemente ha declarado una alerta alimenticia. Quizás ha llegado el momento de poner un coto a políticas excesivamente liberales, pensando que la clave del desarrollo y la estabilidad de una nación es una clase media robusta.
¿Qué motivos han causado la crisis actual?
Aunque pueda ser legítima, no es una protesta espontánea. Chile es una pieza en un tablero más grande, lo que está ocurriendo hay que ponerlo en consonancia con lo que está pasando últimamente en varios países de la región. Creo que detrás de todo esto hay una influencia subversiva con una intencionalidad política, que mueve los hilos y que busca la crispación social. Al fin y al cabo, Chile siempre ha sido un contrapeso para la “revolución”. Es país muy independiente al siempre se le ha querido someter, como pasó con Allende en el 73.
¿El estado de emergencia y la utilización del Ejército estaba justificado?
Creo que el presidente Piñera ha tomado una decisión legítima porque es una medida Constitucional que se contempla para situaciones muy puntuales. Estamos hablando de situaciones de sabotaje a la economía nacional, con cortes en las carreteras y en la energía eléctrica que paralizan el país. Eso es inadmisible, el Estado tiene que reaccionar. Y si la Policía se ve sobrepasada, el Ejercito puede intervenir. El problema es que ha mantenido al Ejército durante dos semanas en la calle, exponiéndoles a la opinión pública. Y al final han quedado ellos como los malos de la película. Y hay quien se ha asustado desde el exterior, pensando que volvía la dictadura militar de Pinochet, pero las instituciones democráticas chilenas son robustas.
¿Hubo señales de que esto iba a ocurrir?
No, yo no vi ninguna señal de que esto podría llegar a pasar. Posiblemente tiene que ver con que está al mando un Gobierno de derechas. Con un Gobierno de izquierda esto no ocurre con la misma insistencia ni con la misma intensidad. Por ejemplo, la ex presidenta Michelle Bachelet cometió muchos errores y creo muchísimo descontento, pero desde luego no se le agitó la calle como se le ha agitado a Piñera.