Fue algo normal. También fue algo histórico. La reunión de una hora en la Casa Rosada entre el presidente saliente, Mauricio Macri, y el presidente electo, Alberto Fernández, rompió dos viejas maldiciones de la política argentina. Por primera vez se afrontaba una transición de forma cooperativa y por primera vez un presidente no peronista se disponía a agotar su mandato. La primera medida más o menos consensuada fue un drástico endurecimiento de los controles cambiarios: los ciudadanos no podrán comprar más de 200 dólares mensuales.