La nueva entrega del barómetro de ABC/GAD-3 confirma la celeridad con que los votantes se mueven de una opción política a otra. Las dos formaciones del bipartidismo aguantan el tirón, con el PSOE a la cabeza, seguido de un PP que, con un suelo electoral situado ya en los cien escaños, aparece como el gran beneficiado del adelanto con que Pedro Sánchez quiso ampliar su mayoría parlamentaria, cada vez más insuficiente para formar un gobierno estable. Unidas Podemos frena su caída y Más País, el proyecto de Íñigo Errejón, apenas suma tres escaños tras perder apoyos de forma imparable desde su irrupción. Es Vox, reforzado como tercera opción política frente al desplome de Ciudadanos, muy por debajo ya de los veinte escaños, el partido que dispara sus expectativas y que con una suma que llega a los 41 diputados -ocho más que hace solo una semana- pone de manifiesto los efectos del movimiento reactivo del electorado, acelerado por el nuevo desafío de la Generalitat y los disturbios protagonizados por los CDR tras la publicación de la sentencia del procés.
Es esta volatilidad la que, pese a la inercia del electorado y frente a la poderosa llamada del voto útil, va a marcar las dos semanas que restan hasta las elecciones generales del próximo 10 de noviembre, tiempo de sobra para que todo siga en el aire y a merced de una emocionalidad que agita ánimos y papeletas. Los recientes acontecimientos de Cataluña, resorte que en los últimos días ha reactivado la candidatura de Vox, demuestran que cualquier gran circunstancia, sobrevenida o planificada con fines electoralistas, puede decantar a los votantes hacia un lado u otro y que no hay fotos fijas en una carrera de la que todavía queda la recta final. No hay duda de que es la hora del efectismo y el órdago.