La actriz, que lleva más de tres décadas retirada en Málaga, recibirá el Goya de Honor por su carrera el próximo enero con la incógnita de si acudirá a recogerlo
La última vez que se vio en público a Pepa Flores fue sobre las tablas del Teatro Cervantes de Málaga. Sorprendió al salir a cantar Tómbola junto a su hija pequeña, Celia. Fue en diciembre de 2016 en el mismo lugar donde años antes el público se había puesto una careta con el rostro de Marisol en un homenaje liderado por Javier Ojeda. El 25 de enero de 2020 volverá a subir a un escenario para recoger el Goya de Honor. La Academia, que le otorga el premio por “sus inolvidables interpretaciones”, se lo ha puesto fácil: la gala se celebrará en Málaga. Pero su entorno dice que la actriz y cantante, uno de los personajes más idolatrados por el público español, no acudirá a la gala. Mantendría así la invisibilidad y el alejamiento del foco mediático por el que ella misma apostó.