El arriero Juan Francisco Rayas jamás imaginó que aquella mañana de verano del año 1550 (según otros, 1548) su vida iba a cambiar profundamente. Como cada día, despertó muy temprano para cargar en sus burros las verduras que vendía en un tianguis cercano a su jacal. Metódico y silencioso, siguió con su rutina, caminando pesadamente con sus animales al lado de un barranco, uno donde sus ojos se habían perdido tantas veces, que ya no le prestaba mucha atención. Pero aquel día, entre la penumbra, había algo distinto, un destello brillante que despertó la curiosidad de Juan.
El hombre, asombrado, avisó a sus patrones de ese fenómeno y de aquel descubrimiento casual surgió Mina de Rayas, que con un tiro de 420 metros se convirtió en la primera en ser explotada en ese Estado, nada en comparación a lo que iba a venir en los próximos años. La veta que se encontró aquí fue nombrada “Madre de Guanajuato”.
Volvamos al presente con un dato curioso: Su veta todavía no se agota, y todavía es común que a mineros tratando de encontrar metales y minerales en su interior (la producción principal es de plata). En su época de esplendor, de aquí salían oro, cobre y piedras preciosas.
La mina, que se encuentra a las afueras de Guanajuato capital y de hecho ofrece una magnífica vista de la urbe, por lo que también es conocido como “Mirador de Rayas”. Para aquellos que tengan una buena cámara o sencillamente gusten de la aventura, este es un rincón que bien vale la pena visitar. Muy cerquita se encuentra el Pueblo de Santa Anna y Mineral de la Luz, rincones encantadores del Bajío mexicano.
La explanada de la mina ofrece un silente testimonio del ingenio y la fuerza que se requirió para ser construida. Todavía podemos ver el malacate y el tiro de la misma, junto con dos enormes ruecas con cables de acero cuyas poleas sirven para bajar y subir trabajadores a la mina. Hay un auditorio semicircular de piedra de cantera. En su conjunto el diseño es tan curioso como bello.
La oferta turística de Guanajuato ya incluye una “ruta de las minas”. Y es que a finales del siglo XVIII, ese Estado era uno de los principales productores de plata a nivel mundial. Hoy se mantiene como una tierra de tremenda riqueza natural, aunque las minas ya no solamente generan metales y minerales, sino también turismo.
Algunas de las minas que valen la pena conocer, ya seas por su rica arquitectura o enorme valor histórico son la Bocamina de San Ramón, El Nopal (data de 1868 y ofrece recorridos turísticos con guía), Mina la Valenciana (famosa por su riqueza de plata, sigue en operación) y Mina de Cata (tiene una hermosa fachada de cantera rosa estilo barroco data del siglo XVII).
Desde Guadalajara puedes tomar un autobús en la Nueva Central Camionera para llegar a Guanajuato. Líneas como ETN y Primera Plus ofrecen el traslado.
La Central de camiones de Guanajuato se encuentra en las afueras de la ciudad, y desde allí puedes tomar transporte urbano para llegar al corazón de esta metrópoli. El traslado no es mayor a 15 minutos, además de que te permite disfrutar de una magnífica vista de los suburbios, así como irte dando una idea de lo que te encontrarás en tu camino.
Si quieres disfrutar de unas vacaciones en Guanajuato y pasar un momento positivo, constructivo y feliz en familia, una recomendación es que te hospedes en el Hotel Misión.
El hotel está cerca del Centro de la ciudad de Guanajuato, y cuenta con servicio de transporte para llegar a la ciudad (pregunta en la recepción para conocer los horarios). Además, está a un costado de la magnífica Ex Hacienda de San Gabriel de la Barrera, que cuenta con hermosos jardines.
Aparta tu lugar al teléfono 442 234 0000 ext. 565 o visita la página de internet www.hotelesmision.com.mx, donde cuentan con servicio de atención en línea.