El primer ministro británico, Boris Johnson, se vio obligado el sábado a pedir un nuevo aplazamiento del Brexit, después de que el parlamento decidiese posponer la votación del acuerdo de divorcio, pero lo hizo a desgana y con una carta sin firmar.
A 12 días para la salida británica de la Unión Europea, los diputados acentuaron la tensión y el caos al aprobar una enmienda por la cual el acuerdo cerrado con Bruselas no será adoptado hasta que se haya aprobado la legislación necesaria para implementarlo.
Esto activó automáticamente una ley que obliga al gobierno a pedir una nueva prórroga del Brexit, inicialmente previsto para el pasado marzo y aplazado ya dos veces.
Pero, determinado a mantener la fecha del 31 de octubre, Johnson aseguró que “no negociará un aplazamiento con la UE”.
“Les diré a nuestros amigos y colegas de la UE (…) que otro retraso sería malo para este país, malo para la Unión Europea y malo para la democracia”, afirmó.
Horas más tarde, el controvertido primer ministro mandó a Bruselas una copia sin firmar de la carta cuyo texto está inscrito en la ley, acompañada de una nota para explicar que lo hacía por obligación legal y una segunda misiva, esta firmada, en la que asegura que no desea tal aplazamiento.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, confirmó haber recibido la petición: “Ahora empezaré a consultar a los líderes de la UE sobre la manera de actuar”, tuiteó, mientras una fuente europea rehusaba hacer comentarios sobre la ausencia de firma y los dos documentos adicionales.
Para ser efectivo, un tercer aplazamiento debe ser aprobado por los otros 27 países del bloque.
El gobierno francés consideró que “no interesa a nadie” volver a aplazar el Brexit y el irlandés recordó que “una prórroga solo puede ser decidida por unanimidad”.
Johnson habló por la noche con Tusk, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con la canciller alemana, Angela Merkel, informó su portavoz.
Convocado por primera vez en sábado desde la guerra de las Malvinas en 1982, el parlamento debía celebrar una votación histórica que pusiese fin a meses de incertidumbre. Pero la exigencia de garantías de un diputado, el independiente Oliver Letwin, agravó el estancamiento y la confusión.
Letwin quería evitar que algunos legisladores votasen a favor del acuerdo ahora y contra la legislación en los próximos días, empujando de hecho al país a un catastrófico Brexit sin acuerdo. Y lo logró: su enmienda fue adoptada por 322 votos contra 306.
Johnson aceptó el nuevo revés sin perder la determinación y anunció que “la próxima semana el gobierno introducirá la legislación necesaria”.
Si esta fuese aprobada a tiempo el país aún podría abandonar el bloque a finales de mes.
Un nuevo aplazamiento sería “inútil, costoso y destructivo”, lanzó, mientras cientos de miles de personas se manifestaron en el centro de Londres para reclamar un segundo referéndum que saque al país de la crisis en que lo sumió la consulta de 2016, cuando el Brexit se impuso por 52% de votos.
“Creo que sabemos mucho más hoy que en el momento de aquel referéndum”, decía Suzanne O’Hallorin, una manifestante de 64 años. “Tenemos que votar ahora que conocemos las consecuencias”, agregó.
Johnson sigue, sin embargo, lejos de tener el éxito asegurado y su legislación sobre el Brexit podría ser rechazada la próxima semana, como ya pasó tres veces con el acuerdo negociado por la anterior primera ministra, Theresa May.
Especialmente dada la oposición del pequeño partido norirlandés DUP, aliado clave del gobierno.
El nuevo texto retoma lo negociado por May pero modifica su punto más conflictivo: cómo evitar una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, país miembro de la UE, para preservar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo, que en 1998 puso fin a tres décadas de sangriento conflicto.
El acuerdo actual prevé una compleja solución técnica que choca con la férrea oposición del DUP a que su territorio tenga un trato diferente del resto del país. “Debe ser un Brexit para todo el Reino Unido”, lanzó el diputado norirlandés Nigel Dodds.
Opuestos a cualquier tipo de Brexit, también votarán contra el gobierno los nacionalistas escoceses del SNP y los centristas del Partido Liberal-demócrata. Y la mayoría de diputados del Partido Laborista, principal fuerza de oposición.
Si el acuerdo acaba siendo rechazado, el país se hundirá más en el caos y arrastrará con él a una UE hastiada por un tema que ya ha dado por cerrado dos veces.
Y si los 27 no conceden una prórroga los británicos se verían abocados a un Brexit brutal a final de mes.
AFP
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