Un atropólogo y una artista realizan un retrato de Catalina Muñoz, ejecutada en 1936 y de quien no se conservan fotografías
A Catalina Muñoz la fusilaron al amanecer del 22 de septiembre de 1936. Fue enterrada sin ataúd, cubierta de cal viva. Martín, el menor de sus cuatro hijos, tenía nueve meses cuando la mataron. Ahora tiene 83. Pasó la mayor parte de su vida sin conocer esta historia. Nunca supo que su madre se había llevado su sonajero a la tumba. Ni siquiera sabía dónde estaba enterrada su madre. Cuando hace unos meses recuperó su juguete —sorprendentemente colorido después de tanto tiempo— y los restos mortales de su madre, una de las cosas que más le seguían doliendo era no tener ni una sola foto de su madre para saber qué aspecto tenía.