El pasado lunes, en la jornada previa al aniversario del 1-O, Andreu Martínez comunicó su dimisión como director general de los Mossos d´ Esquadra. Una decisión que pocos esperaban y que ocasionó todo un terremoto en el departamento de Interior desde la Generalitat.
Muchos analistas señalaron que la decisión se debía a las discrepancias de Martínez con el llamado “tsunami independentista” que preparan plataformas secesionistas con apoyo del Govern. No obstante, los que han trabajado con el ya ex jefe de los Mossos sabían que su marcha se debía a una cuestión puramente laboral.
Según ha podido saber Confidencial Digital por fuentes conocedoras de la decisión, Andreu Martínez dimitió porque estaba “harto” de las intromisiones que sufría su dirección por parte de altos cargos de Interior. Concretamente, del consejero Miquel Buch y del secretario general de Interior: Brauli Duart.
Ambos llevan meses protagonizando una singular competición para “medir quién tiene más poder” dentro de la policía autonómica, lo que ha provocado que, cada uno, tomara una serie de decisiones sin ni siquiera contar con la opinión de Martínez.
Una de las últimas, y de las más polémicas, fue el relevo en la dirección de comunicación de los Mossos.
Miquel Buch decidió, hace apenas una semana, cesar a Joana Vallés como dircom, afirmando que habían existido “errores de comunicación” en el tratamiento mediático de las cargas durante la Diada. Ese puesto lo ocupa, desde entonces, el ex jefe de prensa de Artur Mas: Joan María Piqué.
Esa decisión, afirman las fuentes consultadas por ECD, fue “la gota que colmó el vaso” de la paciencia de Martínez, que llevaba meses soportando cómo le habían montado un 155 en los Mossos d´ Esquadra: “Desde entonces, tenía claro que debía de irse. Y eligió el día antes del 1-O para anunciarlo para vengarse de todos los que le habían puenteado durante este tiempo”.
