Coches con historia hay muchos. Coches que merezcan ocupar una página en la Historia de una nación, muy pocos. Ramón Roca Maseda, patrono de la fundación del RACE, recogió todos ellos en su libro «El automóvil en la historia de España», un repaso histórico, sociológico y técnico de 130 años de historia de la automoción y su impacto en nuestro país.
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El nacimiento del automóvil y de Alfonso XIII, en 1886, y el atentado fallido contra José María Aznar, en 1995, abren y cierra una obra en la que ocupan un lugar destacado empresas como Pegaso e Hispano Suiza, modelos como el Duesenberg J en el que Alfonso XIII abandonó definitivamente Madrid rumbo a su exilio, o vehículos como el Seat 1400, el coche que tímidamente comenzó a motorizar España. Automóviles, como el Morris Príncipe de Asturias, que a veces no recuerdan ni las marcas que los fabricaron, y que llevaron a príncipes, reyes, presidentes de la República y del Gobierno o dictadores. En ellos viajaron y descansaron, fueron aclamados, abucheados, tiroteados y algunos, incluso murieron.
El «monstruoso» regalo de valor incalculable que Hitler hizo a Franco en 1940
El Mercedes 540 G4 W131 es, sin duda, del coche más raro en poder de Patrimonio Nacional. Se trata de un regalo personal del Führer Adolf Hitler a Francisco Franco, entregado en el Palacio Real el 24 de enero de 1940. Es una curiosa limusina todo terreno de tres ejes y seis enormes ruedas, con un motor de 8 cilindros en línea de 115CV. Un propulsor quizás poco potente para semejante bestia, ya que apenas permite mover sus 3.550 kg de peso a una velocidad máxima de 67 kilómetros por hora.
«Su consumo ronda los 50 litros por cada 100 kilómetros», explica Roca Maseda, autor de «El automóvil en la historia de España». «Es un despropósito». Solo existen unidades en todo el mundo, siendo la española la que se mantiene en mejores condiciones.
Según cuenta Maseda, el G4 fue un interesado regalo de Hitler a Franco para tratar de inducir a España a entrar en la Segunda Guerra Mundial.
La unidad española, de valor incalculable por su rareza y buena conservación, fue encargada por el Tercer Reich en diciembre de 1939 y llegó a Barcelona el 16 de enero de 1940. Poco tiempo después de su entrega, el 15 de febrero de ese mismo año, el Caudillo la estrenó de forma oficial con motivo de una visita a Ciudad Real.
Sin embargo, los posteriores derroteros de la guerra hicieron poco recomendable su utilización, lo que, a juicio de Maseda, explica el extraordinario estado de conservación de la unidad, numerada 313.691 y aún pintada con el color gris Werhmacht.
El G 540 es una variante del 500 G (de Gelandewagen, todoterreno en alemán) 4, uno de los coches emblemáticos de la Alemania nazi. De aquel se fabricaron 57 unidades, que fueron ampliamente utilizadas durante la guerra por los jerarcas del partido, mientras que del 540 W131 únicamente se construyeron tres: uno para el propio Hitler, otro para Mussolini, y otro para Franco.
