Pablo Casado y Cayetana Álvarez de Toledo asumirán todo el protagonismo en la campaña catalana. Allí no quieren más injerencias nacionales, y menos algunas con efecto tan distorsionador como la del ex presidente José María Aznar. En las generales de abril desembarcó de la mano de Álvarez de Toledo para enterrar la estrategia de Mariano Rajoy, pero la realidad es que, si Rajoy no suma en Cataluña, tampoco lo hace Aznar aunque algunos de sus «peones» en la nueva dirección popular sigan sujetos a su discurso de choque con el independentismo. Es una figura incómoda, no sólo en Cataluña sino también en otros territorios donde se rechaza igualmente que vuelva a identificarse con Casado en esta campaña.
En el entorno más cercano a Casado hay quienes comparten esta tesis y creen que el líder popular debe presentarse ante estas elecciones sin tutelas, a diferencia de las anteriores generales. De la cuerda de Rajoy no queda nadie en el núcleo más influyente de asesores de Casado. De Aznar, sí. Incluso tienen mucho peso nombres tan representativos del «aznarismo» como el de Carlos Aragonés, ex jefe de gabinete de Aznar, pero también de Rajoy, por muy poco tiempo. Y de quien se dice que ha sido uno de los que más han influido en el presidente nacional para que desoyera los consejos, y las críticas, y alzase a Álvarez de Toledo a la portavocía del Congreso.
Los resultados en Cataluña de las elecciones generales de abril fueron desastrosos para el partido y esta comunidad es un agujero negro que no sólo amenaza seriamente las posibilidades reales del PP de recuperar alguna vez La Moncloa, sino que debilita el discurso nacional de Pablo Casado frente al independentismo. ¿Cómo puede ofrecer una solución política para Cataluña un partido que ha dejado de ser representativo en esa región? El «fichaje» estrella de Álvarez de Toledo no evitó el colapso del PP catalán, pero sí fue el trámite necesario para que luego desembarcara en la Cámara Baja como «alter ego» de Inés Arrimadas, de Ciudadanos, en la portavocía.
En el partido sostienen que ese nombramiento estaba pactado de inicio y que su candidatura por Barcelona fue una plataforma desde la que endurecer el discurso españolista de Casado y reforzar electoralmente al PP en su batalla contra Vox y contra Ciudadanos.
El 10-N abrió un nuevo debate sobre el sentido de la candidatura de Álvarez de Toledo. Arriesga el escaño que la permite ser portavoz en el Congreso, ya que fue el único que salvó el PP de la «quema» en abril. Pero, aunque lo más cómodo hubiera sido que entrase en la lista por Madrid, y tendría así el escaño que necesita para mantenerse como portavoz, para Casado habría sido muy difícil de explicar esa utilización tan partidista de la lista por Barcelona.
Los resultados ofrecen una realidad dramática para un partido nacional que hace bandera de la defensa de la Constitución y de su solución constitucionalista para Cataluña y el País Vasco, dos comunidades en las que ha entrado en un proceso de preocupante derrumbe. En esta nueva campaña el PP tendrá que lidiar además con la estrategia del candidato socialista, Pedro Sánchez, de presentarse como el defensor de la Constitución y de la legalidad frente al independentismo, y de sacar ventaja de su posición institucional para gestionar la sentencia del «procés», poniendo así sordina, o eso es lo que va a intentar, al mensaje de Ciudadanos y del PP con la bandera de España como estandarte. Sánchez tiene tal versatilidad a la hora de moverse de posición y enmendarse a sí mismo, que ahora sus estrategas monclovitas se ven en condiciones de convertir al candidato socialista en una «marca» que pelee con PP y Cs por el discurso de España. No les hace sentirse inseguros que en la anterior legislatura su Gobierno llegase a plantear la creación de una mesa de partidos para negociar con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, a fin de salvar los Presupuestos y su mandato. Ni tampoco les pesa el pacto de los socialistas en Navarra contra España Suma.
Desde el PP catalán, explican oficialmente que su intención es mantener los candidatos de abril. Según ese análisis oficial, si con 66 escaños se quedaron cerca del segundo diputado, es prácticamente imposible perder el primero por Barcelona. Creen que sacaran dos, y que, si Casado pasa de los 85 escaños a nivel nacional, saldrá el tercero. Y pasando de 90, el de Tarragona. «Las especulaciones sobre Cayetana responden más al impacto mediático que siempre genera que a algo electoral». El respaldo oficial es total. El objetivo es una campaña clara, desde la moderación y la firmeza en la defensa del constitucionalismo. Y que vaya mucho más allá de limitarse a blandir la amenaza del 155.