No hay duda: el clima ha empeorado. El deterioro avanza y se ha llegado ya al extremo de que padecemos episodios violentos. A estas alturas resulta indiscutible que detrás del problema late la mano del hombre.
Nos referimos, por supuesto, a la degradación del clima social, político y económico en Cataluña, obra de personas muy concretas. El cleptómano patriarca Jordi Pujol sentó los cimientos del sueño rupturista. Taimado y tirando a cobardón, jugaba con dos barajas. Por una parte se presentaba como hombre de Estado y pilar de estabilidad; el fiel de la balanza de la gobernabilidad por cuya taquilla pasaba siempre «Madrit». Aquella suerte de ponderado maestro Yoda incluso recibió las más altas condecoraciones estatales mientras maquinaba contra la...
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