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Hoy se veían las caras dos equipos con escenarios totalmente contrarios. Por un lado, la alegría de los vascos tras el inmejorable comienzo de esta temporada. Por otro, la necesidad y desesperación de los madrileños, incapaces de aliarse con la victoria en su complicado arranque de campaña que ha disparado todas las alarmas. El Athletic, tras ganar al Alavés (2-0) en la pasada jornada y colocarse líder en la clasificación, quería recuperar su posición con su visita a Butarque. Estaba frente a un rival con el que suman una victoria, una derrota y un empate en sus tres visitas en Primera. El Leganés, por su parte, al fin pudo despegar en esta temporada y conseguir su primer punto gracias a su empate frente al Valencia en la pasada jornada, en la que el gol de Óscar fue protagonista.
Los hombres de Gaizka Garitano salieron al verde con fuerza y garra. Dominando claramente el encuentro en la primera parte pero manteniendo la distancia. El equipo local se mantuvo replegado atrás y «los leones» intentaron asaltarlos percutiendo por las bandas, sin éxito. El Athletic manejaba el esférico con calma, sereno y seguro en cada paso, pero con algunas pérdidas y sin proporcionar mucha profundidad. Los madrileños establecieron un juego marcado y con mucho pase horizontal que mejoró en los compases finales del primer tiempo.
La única ocasión clara de la primera mitad del encuentro la tuvo En-Nesyri, con un disparo que despejó sin problemas Herrerín. Poco ritmo en un duelo un tanto descafeinado con igualdad de fuerzas y escasez de ocasiones en el que ambos combinados se fueron al descanso sin un tiro entre los tres palos.
Balón parado
En la reanudación, Raúl García inauguró el marcador transformando un penalti de Bustinza sobre Larra en el primer gol del partido (min. 59). Dosis extra de motivación para el Athletic que sirvió para que minutos después reaccionase el Leganés, que se desquitó al sellar la igualada con un derechazo de Óscar Rodríguez que fusiló a Herrerín (min. 61).
La ambición entre los dos conjuntos crecía conforme iban pasando los minutos del encuentro y los hombres de Pellegrino luchaban por hacerse con los tres puntos en un baile en el que los dos combinados alternaban la voz cantante. El juego fluía entre subidas y bajadas con un vaivén de ocasiones casi calcadas. Acciones ofensivas pero imprecisas, con la tara de no poder generar auténtico peligro. Equilibrio de fuerzas con llegadas al área por ambas partes buscando el gol del desempate, que no llegó.