El primer título sin su líder ratifica la fiabilidad y la excelencia del baloncesto español, por encima de una generación
Un año después de que España ganara el Mundial en Saitama (Japón), Pepu Hernández le pidió a este periódico una fotografía. No correspondía a aquel campeonato, ni a un podio, ni siquiera a un partido oficial. Se trataba de una preciosa imagen captada por José Jordán en los prolegómenos de un amistoso de preparación para el Eurobasket que iba a celebrarse aquel verano de 2007 en España. Correspondía a un instante después del corrillo previo. Los jugadores rompían filas y unos trotaban, otros daban pequeños saltitos, otros chocaban hombro contra hombro... Los 12 ajenos por completo al objetivo, sonrientes, la viva cara de la felicidad.