El temporal que está dejando lluvias monzónicas en el sureste peninsular se ha cobrado ya cinco víctimas mortales. A los dos hermanos de Caudete (Albacete) que fallecieron el jueves, se suman dos hombres, uno en Granada y otro en Almería, y otra persona en Redován (Alicante). Todos se encontraban en el interior de sus vehículos cuando fueron sorprendidos por las riadas y las inundaciones. En el caso del varón fallecido en Granada (provincia en alerta naranja por tormentas),su padre fue el que dio ayer la voz de alerta cuando su hijo no acudió al domicilio familiar, en la pedanía de Jámula. Sus amigos lo despidieron a las seis de la mañana junto a una rambla de la autovía A-92. Horas después, los bomberos hallaron su cuerpo sin vida semienterrado en el río Baza y unos metros más adelante a su vehículo. Las primeras investigaciones apuntan a que fue arrastrado por la intensa corriente. Por su parte, la víctima de Almería es un hombre de nacionalidad subsahariana que se adentró en un túnel de la carretera Níjar-Los Molinos sin hacer caso a las indicaciones de la Policía, que estaba tratando de cortar el paso subterráneo. Según cuentan los vecinos, siempre que llueve en Almería queda anegado de agua, pero hasta ayer nadie había perdido la vida.
La gota fría que entró el miércoles en la Península descargó toda su furia en la madrugada del jueves. Almería, Alicante, Valencia y Murcia amanecieron ayer con alerta roja por lluvias torrenciales, que han arrasado numerosas localidades, cortado el suministro eléctrico, cerrado carreteras, aeropuertos y servicios ferroviarios y provocado incuantificables daños materiales. Ante la gravedad de la situación, las Fuerzas Armadas desplegaron más de un millar de efectivos del Ejército de Tierra, del Aire y de la Armada, y enviaron 4 helicópteros, 10 embarcaciones y 300 vehículos tácticos. Lo urgente era poner a salvo a los vecinos: en total se desalojaron a unos 3.500.
La crecida del nivel del agua llegó a provocar escenas de pánico en pueblos como Los Alcázares (Murcia), que quedó totalmente inundado «desde el principio hasta el final porque han reventado todas las ramblas», explicó su alcalde Mario Cervera. El municipio colapsó y la situación era tan complicada que, incluso, los camiones de la UME quedaban atrapados por la fuerza del agua.