Cercanía de los mandos con los agentes, y sobre todo cercanía de los agentes con los ciudadanos: esa es la receta que pretende aplicar Eduard Sallent, comisario jefe de los Mossos d’Esquadra desde que fuera nombrado para el puesto el pasado mes de junio.
En sus primeros contactos con mandos y con representantes sindicales, Sallent ha presentado sus líneas maestras, sus objetivos, los cambios y mejoras que pretende implantar al frente de la policía autonómica de Cataluña.
Fuentes del Sindicat de Mossos d’Esquadra (CME) explican a Confidencial Digital que uno de los primeros mensajes que les trasladó el nuevo comisario jefe fue en la línea de tratar de implantar una mayor “cercanía” con los ciudadanos.
La idea de Eduard Sallent es que todo el cuerpo de Mossos tiene que tratar de hacer un esfuerzo para acercarse a la ciudadanía, y así recuperar la confianza que, en buena medida, los catalanes han perdido hacia la policía autonómica.
El mensaje llegó en plena crisis de seguridad en Barcelona, algo que también ha impactado en la percepción ciudadana sobre las Fuerzas de Seguridad. Pero, sobre todo, se refería a la política, al influjo que ha tenido la tensión por el proceso independentista en los últimos años; es decir, la “politización” que ha puesto en cuestión la neutralidad de la policía autonómica.
El nuevo responsable de los Mossos, según explican las fuentes consultadas, ha explicado en sus primeras reuniones que va a poner el empeño en un doble acercamiento: de los mandos de la Prefectura del cuerpo hacia los agentes, y de los agentes hacia los ciudadanos.
“Lo que quiere intentar es que haya un contacto más directo entre los agentes y los ciudadanos, que nos perciban más cercanos”, aseguran desde el Sindicat de Mossos d’Esquadra. Es decir, que los Mossos sean una policía de proximidad, que atienda más a los problemas cotidianos de todos los ciudadanos.
El objetivo último de este acercamiento mayor hacia la población sería mejorar la imagen del cuerpo, que ha sufrido cierto desprestigio entre distintos sectores de la población de Cataluña, de distintas ideologías pero que tienen en común un grado de desconfianza hacia los Mossos por lo sucedido en los últimos años, especialmente desde 2017 y el referéndum ilegal del 1 de octubre.