El movimiento independentista comprobó este miércoles que no es inmune a los enfrentamientos de los partidos políticos que lo impulsan y protagonizó la manifestación de la Diada menos numerosa desde que en 2012 dio comienzo el proceso secesionista. Meses de tensión entre las diferentes facciones soberanistas, desacuerdos notorios dentro del Gobierno catalán y la falta de un plan común para responder a una eventual condena de los líderes del procés derivó en una menor movilización en las calles de Barcelona. La Guardia Urbana cifró en 600.000 los manifestantes, una cifra sensiblemente inferior a la ofrecida otros años. La desmovilización de los bases añade complejidad a la respuesta que partidos soberanistas y entidades civiles están intentando consensuar a la sentencia del Tribunal Supremo.