Cuando Pablo Iglesias le dice a Pedro Sánchez lo de «Sentémonos usted y yo», lo que propone es una cita clandestina, un encuentro a solas y a oscuras, sin las luces, las cámaras y la acción que, no solo en el cine porno, obligan a los actores al postureo y la sobreexcitación. Sentados estaban ayer los dos en el Congreso, Pedro y Pablo, expuestos al escrutinio de aquella opinión pública ante la que la nueva política y la democracia real -Podemos, con todas sus letras y sus títulos nobiliarios- se comprometió a retransmitir cada uno de sus movimientos por los pasillos y los despachos en los que después de unas elecciones se suele negociar el futuro y el reparto de...
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