Conduce Sergio Ramos su coche cuando recibe una llamada de su hermano, René, que le pregunta por un mal partido. Y Ramos responde como si le llamase un periodista del As, incluyendo los famosos infinitivos futboleros, no al punto de “decir también que…” pero sí varios que delatan el quiero y no puedo de un documental de estas características: nadie se comporta de forma natural delante de una cámara, nadie va a conocerte mejor porque te dejes grabar.