Este lunes, en medio de un gran bullicio, el presidente o speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, que anunció también que dejará su puesto el 31 de octubre, confirmó la nueva derrota del gobierno. Boris Johnson no logró romper la unidad de la oposición.
Aparentemente furioso, Boris Johnson no admitió su derrota e insistió en que no retrasaría el Brexit: “Iré a la cumbre crucial de Bruselas y no importa cuántas maneras invente este Parlamento para atarme las manos, haré todo lo posible para encontrar un acuerdo en beneficio del país”, dijo.
Sin elecciones anticipadas, Boris Johnson puede olvidar su desesperado intento de anular la ley aprobada por la Reina el lunes, que lo obliga a solicitar un aplazamiento de tres meses del Brexit si no concluye un nuevo acuerdo antes del 19 de octubre.
Este último acto del Parlamento deja a Johnson en una posición incierta: la única manera de cumplir su promesa de Brexit el 31 de octubre es eludir o incluso ignorar la ley aprobada por el Parlamento. Esto a riesgo de terminar en los tribunales. A menos que en poco más de un mes encuentre un acuerdo de retirada con Bruselas, que ni siquiera empezó a negociar.
El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, respondió el lunes que estaba listo para las elecciones, pero que no confiaba en absoluto en el primer ministro: “Lo único que el primer ministro no especificó fue que respetará la ley de este país. Este gobierno es una vergüenza y la forma en que opera este primer ministro es una vergüenza”.
Westminster quedó suspendido y sus ocupantes silenciados durante cinco semanas.
Sin embargo, la humillación no termina ahí: en otra votación, los diputados aprobaron una moción que obliga al gobierno a publicar sus preparativos para el Brexit, pero también todos los mensajes privados entre los distintos asesores del primer ministro, intercambiados desde finales de julio sobre la suspensión del Parlamento. Los diputados sospechan al equipo de Boris Johnson de haber decidido callarlos para llegar sin problemas a un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre.
Aunque esta suspensión ya es efectiva, esta extraordinaria demostración de fuerza por parte de los diputados acaba de cambiar la situación y ha dejado a Boris Johnson humillado y atado de pies y manos. Ahora sólo puede intentar negociar con Bruselas en una posición de extrema debilidad.