Washington asegura que el espía, ahora en paradero desconocido, le entregó durante años material sobre las injerencias de Moscú
Era un funcionario del Gobierno ruso, uno bueno, que entró en la Administración años atrás y fue escalando posiciones hasta llegar al corazón del poder en Moscú: la oficina presidencial del Kremlin. Pero no era uno más. En algún momento, décadas atrás, los servicios de inteligencia estadounidense lo reclutaron como informante y, al llegar 2016, se convirtió en una fuente clave del tal vez mayor escándalo desde la Guerra Fría: la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de EE UU, con el ánimo de favorecer la victoria de Donald Trump frente a Hillary Clinton. Conforme el caso de la trama rusa fue creciendo, la prensa empezó a hacer preguntas sobre la investigación de la CIA y sus fuentes. La agencia se puso nerviosa y en 2017 sacó de Rusia al agente, hoy de identidad y paradero desconocido. Desconocido, al menos, oficialmente.