Un total de nueve tortugas bobas (Caretta caretta) han nacido, hasta el momento, de los huevos incubados en las instalaciones de la Fundación Oceanográfic, procedentes del nido que apareció el pasado mes de julio en la playa del Serradal de Castellón.
Las crías han ido naciendo a partir del 31 de agosto y a lo largo de la semana pasada gracias al ambiente estable y adecuado que le procuran las incubadoras y los cuidados de los veterinarios de la Fundación Oceanogràfic.
Después de salir del huevo, las pequeñas tortugas han sido numeradas, como es preceptivo para identificarlas, y se han mantenido un tiempo prudencial en las incubadoras, mientras agotaban el alimento que le suministra durante un tiempo el vitelo del huevo y empezaban a comportarse de una forma activa.
Posteriormente se han trasladado, desde el pasado viernes, a un tanque especial preparado para los neonatos en el Área de Recuperación y Conservación de Animales del Mar (ARCA del Mar).
Un animal superviviente
La tortuga es un animal superviviente por naturaleza. La alimentación del vitelo le sirve en el medio natural para conseguir emerger de la arena donde está depositado el nido, superar la distancia de la playa hasta la orilla del mar y luego rebasar el área de rompiente.
Al llegar al agua se les desata un frenesí natatorio con el que, pese a sus escasos 17 gramos de peso y 6 centímetros de tamaño, son capaces de superar el rompiente de los primeros metros de la orilla hasta llegar a mar abierto, donde el neonato aprovecha para estabilizarse plegando sus diminutas aletas y quedarse flotando.
El pequeño quelonio se sirve de una uña para adherirse a cualquier elemento flotante para proveerse fácilmente y sin esfuerzo de microfauna. Ese es el estadio en el que mayor mortandad sufren debido a los muchos depredadores que tienen.
Y ese es, precisamente, la fase que rebasan en las incubadoras hasta llegar al agua del tanque del ARCA del Mar. Allí se les alimenta de papilla de pescado y verduras con suplementos vitamínicos. En el agua llevan desde el pasado viernes, donde ya demuestran sus dotes de excelentes nadadoras.
Un nido con 113 huevos
El nido de Castellón aportó un total de 113 huevos, de los que 32 se trasladaron en la Fundación Oceanogràfic y los 81 restantes se encuentran en un nido habilitado y controlado en una zona protegida de El Saler.
Gracias a la colaboración ciudadana, la puesta completa – la quinta registrada en 200 años en la Comunitat Valenciana- pudo ser custodiada por la Red de Varamientos de la Comunitat -formada por la Conselleria de Agricultura y Transición Ecológica, Universitat de València y Fundación Oceanogràfic- tras el aviso, primero, al Centro Integral Municipal de Seguridad y Emergencias CIMSE 092, que movilizó una patrulla de la Policía Local y al 112.
Programa de introducción al mar
Las pequeñas tortugas nacidas en el Oceanogràfic han comenzado así el programa de crecimiento e introducción en el mar, siguiendo el protocolo de «head-starting», establecido como estrategia general para la gestión de los episodios de nidificación en las costas españolas.
Durante un año aproximadamente parte de estos individuos y de los que nazcan en la playa estarán siendo alimentadas en el ARCA del Mar y servirán también para estudiar la alimentación, evolución y comportamiento de estos animales que se encuentran, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés), amenazados, ahora, también, por la basura marina.
La cría y desarrollo de las tortugas permite que alcancen una mayor envergadura y fortaleza lo que les otorga una mayor y mejor defensa frente a sus depredadores. Así, se ha comprobado que de los diez quelonios que fueron enviados al mar en noviembre de 2017, después de un año en el ARCA del Mar, logró sobrevivir un 90%, lo cual supone un éxito para la conservación de la especie, dado que se estima que en condiciones naturales, sólo sobrevive una tortuga de cada 1.000 que nacen.
Un beneficio adicional del programa de «head-starting» y gracias a la participación de la Universidad Politécnica de Valencia, algunos de los individuos podrán ser monitorizados vía satélite tras su vuelta al mar.