Hablaban de una exchange (casa de cambio) a las que todos accedían desde Holguín, Villa Clara, Cienfuegos, Matanzas o La Habana; de una billetera que tenían en sus teléfonos; compraban y vendían siglas —BTC, KBC y ETH—, como dinero contante y sonante. En los bolsillos de los cubanos ahora hay más monedas, y en sus móviles también. Cuando la gran mayoría aún nos entrenamos en el uso de la banca electrónica o el Transfermóvil, miles de nuestros connacionales ya navegan y comercian aceleradamente en el “mundo cripto”. ¿Cómo llegamos a la “criptolocura”?